
Por Darío Ruiz Gómez
Mientras más habla o envía mensajes tratando de convencernos de que tiene la razón sobre lo que hace, el Presidente Petro nos está mostrando que padece –no sé si sufre- una crisis evidente de lenguaje, tal como hace tiempos lo he venido repitiendo ya que con fraseologías populistas la diferencia radical entre la realidad y sus “determinaciones” como Gobernante es cada vez más ostentosa.
¿No sabía que como Jefe de Gobierno es él quien tendría que denunciarse a sí mismo ante la ONU por los incumplimientos de los Acuerdos de Paz Santos-Timochenko? ¿Por no exigir a las FARC que devuelvan la tierra, los bienes, que con violencia le arrebataron a miles y miles de víctimas y que Timochenko ha ignorado olímpicamente?
Dar por hecho lo que no está hecho es otra de las características de sus intervenciones lo que pone de presente aquella sin salida al que conduce un lenguaje que supone que puede modificar la realidad sin llegar a conocerla. O que la utilización de esas hilachas del lenguaje populista iba per se a cambiar la realidad de violencia y atraso y por un acto de magia los pobres, los explotados, los sin salud o vivienda amanecerían ya redimidos viviendo en la patria de lo mejor.
El profesor Francisco Cortés quien fue Decano de Filosofía y Economía de la Universidad de Antioquia llegó en un inusitado gesto de optimismo filosófico a establecer una exótica relación entre la filosofía de Kant y la pregonada “vida sabrosa” de Francia Márquez, y entre la propuesta de la Paz perpetua guiada “por la razón práctica para abandonar el mecanismo de la guerra y plantearse la Paz como un fin y un deber” y la Paz Total del Presidente Petro cuyo populismo defiende abiertamente tal como lo expone en su último artículo en “La silla vacía”.
Recordemos que lo que la Democracia reclama es el derecho a la felicidad, a la prosperidad. Lástima que populistas como Inti Asprilla, Isabel Zuleta, Gustavo Bolívar, profesores, indígenas del llamado Pacto Histórico no hayan tenido tiempo de fundamentar su propuesta de país, punto de partida del M19 en el momento en que decidió lanzarse al monte llevando las teorías por cierto muy respetables de la Alianza Nacional Popular y su nacionalismo latinoamericanista pues esta revisión teórica hubiera servido para que la perpleja ciudadanía sepa a qué se está enfrentando.
Pero, deliberadamente me contradigo, ¿a qué sonaría hoy ese llamado nacionalista en tiempos donde desde hace décadas se ha constatado el fin de las ideologías políticas, donde las antiguas estructuras agrarias han sido sobrepasadas por la violencia de los nuevos grupos delincuenciales?
El indígena que en 1943 defendió Juan Friede era un indígena real y no un indígena inventado como los del Pacto Histórico, Macron evidencia en Francia la crisis del lenguaje político, tal como Sánchez lo ilustra en España y tanto Biden como Trump lo evidencian en Estados Unidos, la crisis de la democracia está poniendo en vilo el porvenir de nuestras naciones y el descrédito deliberado del lenguaje es la vía expedita para justificar atropellos, injurias: lo estamos viendo cuando la corrupción del lenguaje encubre el creciente autoritarismo, los atentados contra la libertad del conocimiento y contra el derecho a disentir, cuando, vuelvo a repetirlo, a repetirlo, se impone el multiculturalismo contra lo que debe ser una sociedad plural.
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