23 septiembre, 2025

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Contracorriente: Tres años del gobierno de Gustavo Petro: entre logros tangibles y una oposición renuente

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Ramon Elejalde

Por Ramón Elejalde Arbeláez 

Este 7 de agosto de 2025, el gobierno del presidente Gustavo Petro completa tres años al frente del Estado colombiano. Su llegada al poder marcó un hito histórico: por primera vez, un proyecto de izquierda democrática alcanzaba la Presidencia en Colombia. Desde entonces, su administración ha impulsado reformas sociales, económicas y políticas que han generado tanto respaldo como controversia. Lo que resulta evidente, sin embargo, es que los resultados obtenidos contrastan fuertemente con el relato que ha querido imponer buena parte de la oposición.

Uno de los principales logros económicos del gobierno ha sido el control progresivo de la inflación. En 2022, el país enfrentaba una inflación cercana al 10 %, impulsada principalmente por factores externos como la crisis global de alimentos, el aumento del dólar y el encarecimiento de los combustibles. A mitad de 2025, la inflación general se ubica en 4.82 %, y la inflación de alimentos —que llegó a estar en un alarmante 25 %— ha descendido a 4.6 %. Estos indicadores son especialmente relevantes para los sectores más vulnerables, que destinan una parte significativa de sus ingresos a la canasta básica.

Este descenso no ha sido fortuito. Las políticas fiscales del gobierno, combinadas con estrategias de fortalecimiento de la producción nacional y subsidios focalizados, han contribuido a moderar los precios sin sacrificar la inversión pública. La oposición, sin embargo, ha minimizado este hecho, alegando que es consecuencia del ciclo económico global. Pero lo cierto es que, comparado con otros países de la región, Colombia ha tenido un manejo macroeconómico notablemente equilibrado.

En contraste con el modelo extractivista tradicional, el gobierno Petro ha insistido en diversificar la economía y fortalecer el aparato productivo interno. La agricultura ha sido una de las principales apuestas: ha crecido un 7.1 %, y las exportaciones agrarias se han incrementado en un 40 %. Esta dinámica está ligada, entre otras cosas, a la entrega de más de 600 mil hectáreas de tierra a campesinos en distintas regiones del país. A esto se suma el acceso a crédito agrario por más de 33 billones de pesos, lo que ha permitido que pequeños y medianos productores inviertan en mejorar sus cultivos, tecnologías y comercialización.

En paralelo, la industria manufacturera ha mostrado señales de recuperación y crecimiento, con un aumento del 3.7 % en su producción, a pesar de un contexto internacional complejo. El consumo interno también ha tenido un comportamiento positivo, con un incremento del 3.8 %, impulsado por el aumento real del salario mínimo, que ha dado mayor capacidad de compra a millones de trabajadores.

Un dato revelador sobre el dinamismo económico del país lo aportó recientemente la Superintendencia de Sociedades: las mil empresas más grandes de Colombia reportaron en 2024 ingresos operacionales por 1.184 billones de pesos, con utilidades por 90 billones. Esto representa un crecimiento del 9.4 %, señal del buen comportamiento empresarial incluso en medio de transformaciones estructurales. De igual manera, el sistema financiero ha mostrado una gran solidez: solo en mayo de este año, las utilidades de los bancos crecieron un 64 %, reflejo de la confianza del sector en la estabilidad macroeconómica del país.

El turismo, una de las fuentes de ingreso más importantes para regiones como el Caribe, el Eje Cafetero y los Llanos Orientales, ha crecido en un 8.5 %, generando ingresos superiores a los diez billones de pesos anuales. Este crecimiento ha estado acompañado de una estrategia de promoción internacional y de paz territorial, que ha mejorado la percepción del país en el exterior.

Uno de los aspectos más sensibles de cualquier gobierno es su capacidad para proteger la vida y la dignidad de su población. En este campo, el gobierno Petro ha mostrado avances significativos. Entre 2022 y 2025, la mortalidad infantil descendió de 8.360 a 5.833 casos anuales. En lo que respecta a la desnutrición infantil, las cifras también revelan un progreso contundente: de 4.157 muertes se pasó a 2.504. Es decir, miles de vidas salvadas gracias al fortalecimiento de la atención primaria en salud, a la expansión de programas como «Hambre Cero», y al enfoque preventivo en la infancia.

Estos resultados no han sido objeto de mayor reconocimiento en los grandes medios ni en los sectores opositores, a pesar de su dimensión humanitaria y estructural. Las inversiones en salud y educación, así como en la alimentación escolar y rural, han sido prioritarias en este gobierno, aunque muchos de sus efectos solo se verán con claridad en el mediano y largo plazo.

Uno de los puntos donde la crítica ha sido más intensa ha sido la política de seguridad. Sin embargo, las cifras muestran que, lejos de debilitar las instituciones, el gobierno ha apostado por su fortalecimiento. El presupuesto de la Policía Nacional ha aumentado en un 22 %, permitiendo mejoras en infraestructura, dotación y capacitación. De igual manera, el sueldo de las fuerzas armadas ha tenido un incremento histórico: pasó de 300 mil pesos mensuales a un millón, una medida que busca dignificar la labor de quienes velan por la seguridad nacional.

La seguridad, en el modelo del actual gobierno, no se limita a la represión ni al aumento de efectivos. Se plantea de manera integral: atacar las raíces sociales del delito, garantizar oportunidades, fortalecer la justicia y avanzar en procesos de paz. Aunque este enfoque ha generado resistencias, sobre todo en sectores conservadores, cada vez son más los expertos que reconocen la necesidad de una nueva visión de seguridad en un país marcado por décadas de violencia estructural.

Uno de los principales desafíos que ha enfrentado el gobierno Petro no ha sido únicamente el de gobernar, sino también el de comunicar. Mientras los datos muestran avances significativos en múltiples frentes, la oposición ha construido una narrativa basada en la negación, la tergiversación y el alarmismo. Parte de la población, saturada por titulares negativos, puede tener la percepción de un país en crisis permanente, cuando en realidad hay transformaciones profundas en marcha.

Es innegable que el gobierno ha cometido errores y que hay desafíos aún no resueltos, como la implementación plena de las reformas sociales (salud, pensiones, educación), el control de la violencia en ciertos territorios, y el diálogo fluido con los distintos sectores sociales. No obstante, desconocer lo que se ha logrado en estos tres años sería injusto y poco riguroso.

Colombia sigue siendo un país en construcción, y cada gobierno deja su huella. La de Gustavo Petro, con sus luces y sombras, está marcando un giro en la forma de gobernar: con más inclusión, más justicia social y una apuesta por la equidad territorial. Los datos lo demuestran, aunque algunos se empeñen en negarlo.