19 abril, 2024

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Contracorriente: ¿Será el federalismo la solución?

Ramon Elejalde

Por Ramón Elejalde Arbeláez (foto).

Seguramente angustiados por el fenómeno centralista que desde 1886 viene agobiando a Colombia, los gobernadores de todo el país, liderados por el primer mandatario de los antioqueños, Dr. Aníbal Gaviria Correa y reunidos en Rionegro, precisamente en el lugar donde se realizó la famosa Convención de 1863, pidieron, casi todos ellos, que nuestra patria se convirtiera en un Estado federal. ¿Será esta la solución al fenómeno centralista? Veamos.

Primero es bueno hacer un poco de historia. El centralismo y el federalismo, como forma de Estado, fue siempre y durante todo el siglo XIX una bandera de primer orden en la lucha partidista entre liberales (federalistas) y conservadores (centralistas). Muchas guerras civiles se vivieron para dirimir esta confrontación, al igual que la disputa religiosa, con posiciones tan disimiles que existían por antaño entre estos dos partidos. El triunfo del liberalismo implicaba una constitución de corte federal, pero si el ganador en la guerra era el partido conservador, la constitución sería centralista. El liberalismo, especialmente el ala más radical impuso en 1863 una constitución federalista, que supuestamente le hizo exclamar al poeta francés Víctor Hugo que era “una constitución para ángeles”. Fue tal el caos creado por esta constitución, que en ese entonces Colombia quedó dividida en ocho Estados (después fueron nueve con la creación del Estado del Tolima) y cada uno de ellos tuvo su propia constitución, amen que era ocurrencia permanente de estas regiones estar cambiando o reformando su constitución. La anarquía hacía imposible determinar quiénes eran los competentes en algunas situaciones. El desgobierno generado por la Constitución de Rionegro fue de tal magnitud, que llevó a un grueso número de dirigentes y militantes liberales, encabezados por Rafael Núñez a fundar el partido Nacional, una colectividad nueva para después adherir al partido conservador y ponerle terminación al desaguisado del federalismo, cuando se aprobó la constitución de 1886, que con reformas subsistió hasta 1991. Esa aventura federalista y sus consecuencias llevaron al liberalismo a prácticamente desaparecer de la escena nacional por cerca de cuarenta años, para reaparecer triunfante en 1930 con el éxito electoral de Enrique Olaya Herrera.

Posteriormente y a mediados del siglo XX, hablaron de federalismo algunos dirigentes conservadores y cívicos, encabezados por Fernando Gómez Martínez, Jorge Rodríguez Arbeláez y el periódico El Colombiano, manos limpias que desde el Recinto Quirama y el periódico citado, blandieron y defendieron la idea. Ideológicamente se trastocaron los intereses en el tema. Ya en la década de los ochenta, del siglo pasado, la idea fue tomada y defendida profusamente por Pablo Escobar, los extraditables y el cartel de Medellín. Los avisos de Colombia Federal, Antioquia Federal, País paisa, etc, fueron de abundante difusión. El himno antioqueño no se cantaba, se gritaba y el himno nacional era chiflado en eventos masivos. El tema desapareció del escenario político por obvias razones. Rodrigo Rivera Salazar y Eduardo Verano de la Rosa, algo dijeron hace algunos años, sin eco alguno. Hace poco se lo escuché de nuevo al abogado Robinson Giraldo, aspirante a la gobernación de Antioquia y meses después a Mauricio Tobón. Ahora son algunos gobernadores los que también abanderan la idea. En verdad, es una propuesta que no parece levantar muchas pasiones o interés. Esta es una breve reseña histórica del tema.

Hablemos luego de cómo ponerla en vigencia jurídica. Pues mis estimados lectores no existen camino distinto a que sea convocada una constituyente. Por tratarse de la forma de Estado, asunto esencial de la Constitución, si ésta la reforma el Congreso por acto legislativo o el pueblo por referendo, estaríamos frente a una sustitución constitucional que no le es dable realizarla a estas instancias, pues carecen de competencia, como reiteradamente lo ha sostenido la Corte Constitucional. Recuerden mis lectores el fallo de la Corte sobre la convocatoria a un referendo constitucional que permitiría la reforma a nuestra Carta para aprobar la segunda reelección al expresidente Álvaro Uribe, donde advirtieron que el Congreso no tiene facultades para cambiar preceptos básicos de la carta política, incluso tratándose de iniciativas ciudadanas (Leer sentencia C-141/2010 Corte Constitucional). Al estilo de Regina Once, vaticino que si se convoca una constituyente el Petrismo y el Uribismo terminarán unidos impulsando un articulito que permita la reelección presidencial.

Finalmente diría que la forma de Estado centralista o unitario que nos ideamos en la constitución de 1886 y que refrendamos en la de 1991, es la que ha permitido que por lo menos en este tema no tengamos más confrontaciones entre hermanos como sucedió durante todo el siglo XIX. Es un sistema que ha funcionado más o menos bien. Lo que, si es urgente y tienen toda la razón los señores gobernadores en su reclamo, es acabar con muchísimas normas centralistas, asfixiantes, que le impiden a municipios y departamentos desarrollar bien su trabajo. Otra buena propuesta sería volver a la primigenia idea del constituyente de 1991 de hacer del municipio la célula básica y fundamental del Estado colombiano y que los departamentos sean entidades territoriales de planeación y de intermediación entre nación y municipios. No olvidar que el primer golpe mortal en contra de las entidades territoriales la dieron los gobiernos de Andrés Pastrana Arango cuando impulsó en el Congreso el Acto Legislativo 01 de 2001 y Álvaro Uribe Vélez cuando por Acto Legislativo 04 del 2007, modificaron la Constitución para arrebatarle recursos a los municipios en favor de la Nación.

Excusas a mis lectores por extenderme, pero el tema lo amerita.