28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Contracorriente: S. M. Iván Duque

Ramon Elejalde

Por Ramón Elejalde Arbeláez 

Las últimas actuaciones del presidente Iván Duque Márquez al frente de los destinos de Colombia son lo más cercanos a procedimientos absolutistas, propios de monarquías medievales, que a las actuaciones de un gobernante de un Estado Social de Derecho. 

En la ley que aprobó el presupuesto para el próximo año, Gobierno y congresistas incluyeron un articulito o monumental “mico”, violatorio de la Constitución Nacional como lo afirmamos en artículos anteriores, que busca desconocer apartes de la Ley de garantías electorales.  La sanción a la Ley dicha incluyó el artículo de marras. Pero, es más, Duque Márquez sancionó la ley no obstante la orden impartida por un juez administrativo dentro de una acción de tutela, desconociendo el mandato constitucional contenido en el artículo 86: “… El fallo, que será de inmediato cumplimiento, podrá impugnarse ante juez competente …”. Este triste episodio para la democracia tiene una clara lectura: al presidente le importan muy poco los fallos judiciales e impunemente los desconoce y somete a burla con sus procederes. Es posible que esa providencia sea discutible. Yo personalmente tengo mis serios reparos a la misma, pero el camino de un gobernante democrático y respetuoso del ordenamiento jurídico, debió ser impugnar la misma y esperar un pronunciamiento del superior. Retar al poder judicial en forma abierta y desafiante no es lo más ejemplarizante para toda la población. Valida el doctor Duque Márquez con su actuación los procedimientos de hecho y los desconocimientos a las providencias judiciales. Muchos funcionarios se sentirán ahora autorizados para desconocer el mandato de los jueces. 

Desde hace un poco más de un siglo en Colombia y dos siglos en los Estados Unidos, primer Estado en acoger esta figura, el control de constitucionalidad la tienen los jueces. En Colombia todo indica que ese control es compartido entre los jueces y el presidente de la República, como está sucediendo con el caso en comento. 

La diferencia entre las actuaciones arbitrarias de Nicolás Maduro en Venezuela y de Daniel Ortega en Nicaragua con lo que acaba de suceder en nuestro país, no son distintas. 

Pero S. M. Iván Duque no solamente actúa como un monarca del absolutismo, sino que las formas son igualmente semejantes: viaja por el mundo con su ampulosa corte de familiares, amigos, amigotes y obsecuentes servidores. Recientemente realizó un viaje por Europa y el Medio Oriente, en avión oficial, con una comitiva cercana a las cien personas por cuenta del magro presupuesto nacional. Durante ese periplo no faltó un monumental “oso” que corrió por cuenta del señor ministro Diego Molano, premiado a su llegada a tierras colombianas con una afrentosa condecoración, después de semejante vergüenza. 

Finalmente un presagio: si los jueces no actúan en defensa de nuestra maltrecha democracia, la piñata que se avecina en los primeros tres meses del año venidero con el presupuesto nacional, será de proporciones monumentales y lo harán para obtener réditos electorales de manera desvergonzada y vulgar.