29 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Contracorriente: Países ricos acaparan las vacunas

Ramon Elejalde

Por Ramón Elejalde Arbeláez 

En una actitud egoísta, prepotente, inhumana y carente de toda ética, los países más ricos del mundo están acaparando la producción mundial de vacunas contra el covid-19, un virus que está cobrando miles de vidas, todos los días en el mundo. 

México, el pasado mes de febrero, ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, denunció que “existen diez países que concentran prácticamente tres de cada cuatro dosis aplicadas”. Los acaparadores de la vacuna son un puñado de Estados, entre ellos, Estados Unidos, China, Inglaterra, India, Israel, Emiratos Árabes, Alemania, Rusia, Italia, Francia, Australia y Canadá. Casi todos ellos han adquirido más de las vacunas que requieren para inmunizar a su población. 

Para contrarrestar la acción de los estados poderosos la Organización Mundial de la Salud dirige el llamado COVAX, que es una unión con la Alianza Global para la Vacunación y la Inmunización (GAVI) y la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias (CEPI) y que tiene como propósito garantizar el acceso equitativo a las vacunas contra el coronavirus. Con esta estrategia buscan adquirir vacunas para ser utilizadas en ciento cuarenta países en vía de desarrollo, para no llamarlos estados pobres, que es realmente el nombre correcto. Esta estrategia ha servido muy poco por la actitud rapaz de los poderosos, que han pretendido aliviar sus pecados donando dinero para ayudar a los usuarios de COVAX a adquirir los biológicos. Fue así como el llamado G-7, el club de los más ricos, decidió recientemente donar 7.500 millones de dólares con tal fin, lo que ha resultado nugatorio pues la producción de vacunas apenas alcanza para los donantes del dinero.  

La rapacidad de los poderosos es marcadamente equivocada, pues están impidiendo una estrategia orquestada por todas las naciones para lograr la inmunidad de rebaño en todo el mundo y lo que van a obtener es la proliferación de nuevas sepas, con el albur de que aparezca alguna a la que le resulte inocua las vacunas existentes.  

El comportamiento ético de los estados acaparadores es muy lamentable. Para ellos todo vale. El mensaje es claro: don dinero lo puede todo. Han puesto en práctica el principio egoísta de sálvese quien pueda. El neoliberalismo ramplón, llevado al extremo. La ley del más fuerte, como en los orígenes de la vida del hombre en sociedad. Somos una comunidad utilitaria, a la que un año de dolor y muerte no la ha podido cambiar. Por el contrario, pareciéramos regresar, eso sí, de manera refinada, a comportamientos primitivos del hombre.   

Hace meses las patentes para la producción de las vacunas debieron ser redimidas, para que libremente el mundo pueda producirlas donde estén en capacidad de hacerlo y así salvar vidas. ¿Es mucho pedirles a los estados protectores de multinacionales que tienen la medicina como un negocio lucrativo y la vida solo tiene importancia cuando rente a su bolsa? 

Una conclusión: Permitir que los particulares importen vacunas para sus empleados, familiares y vecinos, es como autorizar un viaje a la luna en bicicleta. Pasarán muchos días para que la empresa privada lo pueda hacer, salvo que negocien con Rusia su vacuna Spútnik o con Cuba, cuando pase exitosamente la fase III de su vacuna Soberana2 y no creo que algunos empresarios superen su reato ideológico.