19 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Contracorriente: No más niños en la guerra

Ramon Elejalde

Por Ramón Elejalde Arbeláez

Se afirma que, en el publicitado bombardeo a un campamento de una disidencia de las Farc, realizado el pasado dos de marzo, donde supuestamente se encontraba el comandante guerrillero Gentil Duarte, en el selvático departamento de Guaviare, perecieron algunos menores de edad. Con precisión aún no se conoce el número de niños que allí perdieron la vida, para el periodista Hollman Morris fueron catorce los niños muertos e incluso entrega nombres y edades de los mismos, para Medicina Legal apenas ha sido identificado el nombre de una menor. De todas formas, la muerte de uno, dos o catorce menores en un bombardeo de la fuerza pública, debe ser toda una tragedia para una sociedad civilizada. Los niños en edades entre los nueve y los diez y siete años, como se afirma eran las víctimas del tétrico episodio, deberían estar en sus hogares, dedicados al estudio, la lectura, el deporte y desarrollando actividades para su crecimiento personal y no empuñando fusiles. 

La primera responsabilidad de violentar derechos de menores al reclutarlos forzada o voluntariamente, es del grupo guerrillero que así procedió. Infame el aprovechamiento que los subversivos hacen de las enormes condiciones de vulnerabilidad en que crecen esos niños. Niños sin oportunidades; niños sin futuro; niños con carencias de todo; niños con salud, educación, vivienda y alimentación muy limitados; niños condenados a un oscuro futuro. 

Pero otro gran responsable de lo allí sucedido es el Estado y éste lo es en doble sentido: Un Estado indolente que deja a grandes sectores de la sociedad vivir en muy precarias condiciones. Un Estado que no brinda oportunidades de gozar de un mínimo vital a legiones de familias. Pero además un Estado que lo único que tiene para brindarles a niños excluidos de todo, sean bombas y bala, es un Estado indolente y fallido.  

El lamentable episodio debería cuestionarnos como sociedad y como Estado. Unos niños que reciben oportunidades de estudio, salud, vivienda, no terminan engrosando filas de violentos. Estos florecen en lugares deprimidos y donde el abandono estatal es notorio e injusto. 

Lamentables las declaraciones del Ministro de la Defensa al llamar máquinas de guerra a menores doblemente victimizados. Ese trato es un despropósito que nos hace ver muy mal internacionalmente. Justificar esas acciones militares es la prueba de la deshumanización a que nos está llevando la guerra. Más parecemos una horda de tiempos prehistóricos, donde nos matamos unos a otros, sin el más mínimo respeto por la vida, que es el bien más preciado del hombre.  

Rechacemos el reclutamiento de menores y la muerte violenta de los mismos. Dejemos que los niños crezcan estudiando y disfrutando la vida. No sacrifiquemos nuestro futuro.