Por Ramón Elejalde Arbeláez
Varias son las funciones que cumple nuestro Congreso, pero diría que las más importantes son la constituyente, la legislativa y la de control político. Donde pueda, siempre he dejado la enseñanza de decirle a quien me escucha que no podemos entender al parlamento como una simple fábrica de leyes o de reformas constitucionales. Todo congreso tiene una misión importantísima para la democracia como lo es el control político. Éste hay que entenderlo como el examen que les realizan Senado y/o Cámara a los ministros o a los altos funcionarios del Estado. He sostenido que mientras más exigente sea el control político, menos corrupción se presenta. Da gusto mirar en la televisión internacional los duros debates en el parlamento español, único que tenemos posibilidades de observar.
Este jueves en el Senado, encabezados por el Centro Democrático, partido de gobierno y secundado por los partidos de la U, Conservador, Cambio Radical y algunos liberales, frustraron una moción de censura, ad portas de realizarse, al doctor Carlos Holmes Trujillo, Ministro de la Defensa. Vergonzoso que siendo mayorías acudan a “jugaditas” poco democráticas para impedir que la oposición se exprese. En la democracia lo más saludable es conocer las posiciones disímiles que sobre un tema puedan tener las distintas agrupaciones políticas. Eso es lo que genera que uno o varios de esos partidos se puedan convertir en opción de poder. Obvio, a partir de la seriedad y la solidez de los argumentos.
Las cumbres no pueden obnubilar a nuestros gobernantes ni a nuestros padres de la patria. El malestar que se percibe entre la población es creciente, a tal extremo que ni la pandemia ha impedido que en algún sentido éste aflore. Sensatez reclama la patria, funcionamiento pleno y sin “jugaditas” espera el pueblo colombiano de su congreso y de todas las ramas y órganos del poder público. Vale decir como nuestros abuelos, que “el palo no está para cucharas”.
Conozco a Carlos Holmes Trujillo, tiene casta y no creo que necesite de esos flacos servicios que los áulicos del poder le ofrecieron. Estoy seguro que si tiene argumentos para defenderse, los esgrimirá con fortaleza y convicción. Obvio también, si carece de los mismos debe dejar el cargo, pero no seré yo quien dictamine lo que no conozco y que algunos no dejaron conocer del pueblo colombiano.
El legislativo, con un origen popular, es indispensable a la democracia, por eso les diría hoy a sus integrantes, “Mira Pedro como estamos, y tú te pones a cortar orejas”.
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