16 octubre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Contracorriente: Ganadores y perdedores en las elecciones 

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Ramon Elejalde


Por Ramón Elejalde Arbeláez 

Una semana después del certamen electoral la victoria es reclamada por tirios y troyanos. Al parecer todos ganaron, nadie perdió. La verdad, los resultados son incuestionables.  

Cómo ocultar que en Medellín y en Antioquia arrasaron Federico Gutiérrez y Álvaro Uribe, del primero predecible en lo de la alcaldía de Medellín, del segundo no tan esperado en la gobernación de Antioquia. Fueron Medellín y el Valle de Aburrá definitivos con su contundente votación, al fin y al cabo, ya no tan ligada a las maquinarias políticas. En el resto de regiones del departamento, con un voto más amarrado, las maquinarias impusieron su voluntad, que resultó nugatoria frente a las exuberantes cifras de Medellín y sus vecinos. Tampoco es ocultable que la abultada votación de la capital del departamento se origina en la desastrosa gestión del exalcalde Quintero, forjada en realidades o en historias mediáticas. 

Los partidos Creemos y Centro Democrático dejaron muy delgaditos a partidos tradicionales como el Conservador y especialmente al moribundo partido Liberal, pero igualmente a otras agrupaciones políticas como la U, Cambio Radical y la izquierda democrática. El balance del liberalismo es desmoralizador y triste: quedó con un concejal y tres diputados. Paulatinamente va desapareciendo del panorama político de Antioquia. Entristece.  

En Bogotá la derrota de las fuerzas progresistas fue igualmente de una contundencia inocultable. La extrema derecha tampoco puede reclamar ningún triunfo. Allí la centro derecha se hizo a un incuestionable éxito. Triste para el liberalismo ver como una escisión liberal, obtiene tan contundente éxito electoral.  

En el Valle, en el Atlántico y en Santander, importantes departamentos de nuestra patria, el retroceso de la izquierda fue notorio y preocupante. En las demás regiones se dieron resultados que le permiten a cada partido coger su pedacito y exhibirlo como trofeo de triunfo. Es cierto que, comparando resultados electorales de hace cuatro años con los actuales, la presencia progresista en Colombia sea mucho mejor ahora, pero si la comparación es con los resultados de las pasadas elecciones presidenciales, ya no se puede cantar tanta victoria. 

Corresponde a Gustavo Petro y a los partidos que lo vienen acompañando evaluar con objetividad lo sucedido, enmendar los errores y reimpulsar al Gobierno, para mejorar su imagen y los resultados de su gestión. A los gobernantes locales y regionales elegidos hace ocho días, les toca actuar con tino y eficacia, recordando que el poder desgasta y que ese desgaste llegará cuando estemos próximos a las elecciones presidenciales.  

No puedo terminar sin señalar que la inmensa mayoría de las encuestas fueron un fiasco. En Bogotá atinaron, en Medellín era previsible que acertaran con el ganador, pero de allí en adelante no fueron tan exitosas. Para la gobernación de Antioquia fueron un rotundo fracaso. Nos queda la amarga sensación que algunas campañas tenían encuestadoras de bolsillo y que varias se prestaron para inflar o desinflar candidaturas. Mala cosa.