18 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Contracorriente: “Eso. Esa es mi hija. Sí se pudo”

Ramon Elejalde

Por Ramón Elejalde Arbeláez 

Existen expresiones espontáneas que conmueven a quien las presencia. Eso nos sucedió a dos centenares de personas que asistimos este martes a un acto de graduación de un grupo de abogados que egresaban de la Universidad Autónoma Latinoamericana de Medellín -UNAULA-. Cuando fue llamada una de las nuevas abogadas al escenario, una madre, presente en el evento, se levantó de su asiento y franca y sincera, en voz alta dijo: “Eso. Esa es mí hija. Si se pudo, Sí se pudo. Sí se pudo”. El auditorio estalló en aplausos y muchos dejamos caer unas lágrimas. 

¿Supone usted, amable lector, cuántas angustias, cuántas lágrimas, cuántos trasnochos, cuántos sufrimientos, cuántas estrecheces económicas, cuántas desesperanzas se vivieron detrás de ese grito esperanzador y de triunfo? A todos nos quedó claro, sin que la expresiva madre lo dijera, que ese éxito universitario y de superación, había sido el producto de muchas privaciones y de muchos sufrimientos. Seguramente gran parte de los asistentes al acto estaban viviendo los mismos sentimientos de quien tuvo el valor de expresarlo espontáneamente.  

Para poner en contexto a mis amables lectores debo comentarles que en UNAULA la mayoría de los estudiantes pertenecen a los estratos dos, tres y cuatro y que allí, por comprobación del Ministerio de Educación Nacional, reciben una educación de alta calidad. Según estadísticas de la Universidad, la mayoría de los egresados son los primeros profesionales de su familia. Esas circunstancias, conjuntamente con otras que no vienen al caso, son las que llenan de orgullo a los unaulistas.  

Seguramente para la egresada, hija de esa feliz madre y para varios de sus compañeros, la profesionalización no le solucionará todos sus problemas y ahora vienen las luchas por obtener empleo o por instalar oficina para ejercer el derecho. No la tienen fácil en una sociedad tan injusta y desigual, con su población menos favorecida. Sigue la lucha por subsistir dignamente y por retribuirle a sus sacrificados padres y familiares lo que por ellos hicieron. Es posible que la profesionalización les facilite su accionar. Así lo esperamos todos.  

La educación es tal vez el único medio lícito para ascender socialmente. La educación abre posibilidades y horizontes que de otra manera sería imposible obtener. Esa madre anónima y feliz debió entender que su hija y su familia tendrían futuro si recibía una educación para enfrentar una sociedad tan inequitativa como la nuestra.  

Eduquemos a nuestros hijos que, “Si se puede”.