19 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Contracorriente: El Norte, sin norte

Ramon Elejalde

Por: Ramón Elejalde Arbeláez 

El Área Metropolitana del Valle de Aburrá, lamentablemente ha tenido un crecimiento y unos desarrollos injustos, que irradian las mismas desigualdades que presenta la ciudad de Medellín. La ciudad del sur es la Medellín de la abundancia, la de los barrios de la gente solvente, mientras al norte nos topamos con los cinturones de miseria y los barrios más populares. Esa situación de Medellín se refleja, con todas sus consecuencias, al norte y al sur del Valle de Aburrá. Mientras al sur del Valle existe opulencia, buenas vías, centros universitarios, hospitales, niveles de vida aceptable o excelente, el norte presenta un mayor abandono de la acción estatal, las carencias son ostensibles. 

Me ocuparé hoy del tema de la movilidad en este Norte abandonado a su suerte. Llegar a Medellín por la mal llamada Autopista Norte o por la Avenida Regional, es toda una odisea que obliga a pasar dos terribles cuellos de botella que impiden una rápida movilidad. El primer obstáculo está en la Glorieta de Niquía. El recorrido entre Copacabana y Niquía, lleva, en el mejor de los sucesos, hasta cincuenta minutos, cuando no es que este tiempo se duplica o triplica, especialmente cuando los agentes de tránsito de la ciudad de Bello se deciden a tratar de agilizar el paso por la glorieta. El segundo gran obstáculo lo encontramos en la Avenida Regional entre la Universidad Nacional y La Macarena. Allí los sufridos habitantes del norte del Valle de Aburrá debemos padecer un tráfico lento y pesado.  

Los cuatro quilómetros (Así también está autorizado escribirse por la Academia de la Lengua Española), que se construyeron por el Área Metropolitana en la Regional, para agilizar el tránsito sur-norte, fue de enorme beneficio para los viajeros de Medellín, pero esto no llevó ningún alivio para quienes utilizan la vía norte-sur. 

A finales del año pasado, el periodista Ignacio Mejía, decidió conocer el nuevo trayecto de la Avenida Regional entre Uniminuto y Fontidueño y al final de su aventura escribió: “Todo muy bien hasta que en el primer retorno nos regresamos hacia Medellín, por la doble calzada o autopista Norte y tener que intentar ingresar o llegar a la terrible Glorieta de Niquía de norte a sur. Demoramos en recorrer unos quinientos metros en cincuenta minutos. Qué tristeza”. Esa es la terrible verdad que padecemos los viajeros frecuentes de esa vía. 

Pero el abandono vial no es solamente sobre la vía principal, las carreteras veredales, especialmente las de Copacabana que las padezco a diario, son una vergüenza para la región. Se nos perdió el liderazgo regional, es un abandono sin dolientes, los alcaldes parecen destinados a sobreaguar y los dirigentes políticos a padecer la desidia oficial, sin protestar ni reclamar justicia.