19 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Contracorriente: De jugaditas y desgobierno 

Ramon Elejalde

Por Ramón Elejalde Arbeláez 

Colombia, durante esta semana que termina, ha sido conmocionada por dos hechos que pasarán a la historia por nefastos y preocupantes. En primer lugar, se conoció el pronunciamiento de la Honorable Corte Constitucional que declaró inexequible las normas incluidas por Gobierno y Congreso en la Ley de Presupuesto, para reformar parcialmente la Ley de Garantías. 

La inclusión de ese artículo fue alevosa, premeditada y a sabiendas del resultado final. Fue, como lo afirmó la Corte, una violación flagrante (“De tal evidencia que no necesita pruebas” Real Academia) a la Constitución Nacional. Al Gobierno y a los congresistas les interesaba únicamente expedir el articulito para proceder, contra el tiempo, a repartir a seiscientas cuatro (604) entidades, en tres mil cuatrocientos diez y nueve contratos, la no despreciable suma de cuatro billones de pesos y todo con el fin de ganar las elecciones parlamentarias y presidenciales. Obvio, la jugadita comprendía expedir una ley abiertamente inconstitucional y calcularon que repartiendo rápidamente el dinero, cuando el fallo saliera, todo estaba ya consumado. No previeron que la alta Corte produjera un fallo con retroactividad, como debe ser, por lo groseramente inconstitucional del “mico” de marras. Produce vergüenza que así se manejen los asuntos superiores del Estado. 

No podrán alegar el presidente Iván Duque, sus ministros y asesores jurídico, los congresistas y sus asesores que desconocían que una ley estatutaria no se podía reformar con una ley ordinaria y que existe obligación de que las leyes tengan unidad de temas. Lo que hicieron fue una jugadita politiquera y tramposa, que ahora tendrán que enmendar a muy altos costos económicos y jurídicos. Realmente, caímos muy bajo. 

El otro tema de la semana fue la extradición del capo de capos Dairo Antonio Usuga David (alias Otoniel) y el consecuente paro cívico que las autodefensas realizan en por lo menos seis departamentos colombianos. Fue notorio y desmesurado el afán del Gobierno por extraditar al paramilitar, querían acallarlo o zafarse de un capturado molesto, pero también fue ostensible la facilidad como los irregulares planificaron y realizaron un paro en una sola noche. Una capacidad de reacción que solo demuestran quienes tienen mucho poder o quienes estaban informados de los sucesos porvenir. Muchas especulaciones han originado estos hechos en la opinión pública.  

También ha sido altamente criticada la pasividad frente al paro de la fuerza pública, pareciera que el tema no es con ellos y contrasta esta quietud con la rapidez, contundencia y hasta violencia con la cual respondieron a las protestas de los jóvenes en meses anteriores. El presidente Duque tampoco parece interesado en pronunciarse sobre el tema. La gran realidad es que hoy tenemos departamentos y municipios completamente cerrados y a merced de fuerzas irregulares que amedrantan a la población, que mira impotente como sus autoridades permanecen impasibles.  

Este episodio pareciera ser una escena montada adrede para producir temor en la ciudadanía y así vender una seguridad que no han sido capaces de brindar en tantos años de gobierno. Si tuvieron la osadía de sacar una ley chambona para aceitar las maquinarias electorales con más de cuatro billones de pesos, uno ya va creyendo que en el desespero son capaces de montar teatros de violencia, para producir efectos electorales. 

¿Este desgobierno es el que queremos reelegir?