20 abril, 2024

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Contracorriente: Bernardo Trujillo: Maestro de maestros

Ramon Elejalde

Por Ramón Elejalde Arbeláez

Esta semana, a los noventa y tres años de edad, nos dejó para siempre Bernardo Trujillo Calle. Había nacido en el bonito municipio de Venecia en el año de 1928. Fue reconocido en el medio académico como un verdadero maestro de maestros, no se dictó en Colombia una especialización, maestría o doctorado relacionado con los Títulos Valores, que no tuviera que ver con este gran señor y docente. El pregrado de varias universidades antioqueñas, especialmente el de la Universidad Autónoma Latinoamericana, de la que fue su cofundador, contó hasta hace muy pocos años con sus luces. Autor de dos volúmenes De los Títulos Valores, de consulta obligada para estudiantes y abogados. Era un docto en los temas de su especialidad. 

Fue Alcalde de Medellín (febrero 13 a Noviembre 30 de 1961), diputado a la Asamblea de Antioquia, concejal de Medellín, congresista e integrante y en ocasiones presidente del Directorio Liberal de Antioquia. Abogado de la Universidad de Antioquia, institución de la que fue su rector e integrante del Consejo Superior. Ejerció con pulcritud y eficacia la profesión de Abogado en Medellín y el suroeste del Departamento. Caballero de todos los títulos y a toda hora. 

Tuve el privilegio de gozar de su amistad en los últimos años de su existencia, compartimos varias tertulias, entre ellas una con Otto Morales Benítez, otra con Evelio Ramírez Martínez, otra, muy ocasional con el doctor Bernardo Guerra Serna. Era sobrio en la palabra, respetuoso en el diálogo, inteligente en la opinión, sabio en sus comentarios. Nunca dijo nada que excediera. Fue un gran Liberal, de los pocos doctrinarios que aún nos quedaban. Su presencia en el Comité Ideológico del Partido Liberal, sus columnas de opinión, sus intervenciones públicas y privadas eran una cátedra de liberalismo. Sufría como el que más en los traspiés ideológicos de su colectividad, tan frecuentes en los últimos años. Gran admirador y amigo de muchos jefes rojos, pero en los últimos años lo fue especialmente de Horacio Serpa Uribe. 

Su matrimonio con Rosita Turizo de Trujillo fue toda una explosión de civismo, rectitud, señorío, amor, comprensión, inteligencia. Conformaron un hogar ejemplar, faro de muchas actividades cívicas, culturales, políticas, académicas y de género. Rosita, su esposa, lo antecedió en la muerte en algo más de un año. Hasta para ello estaban compaginados.  

A UNAULA, su casa, la distinguió hasta los últimos años de su vida con la cátedra de Títulos Valores. Era frecuente verlo en la mañana, luego de terminar la clase, departiendo en las cafeterías cercanas al claustro con sus alumnos, que lo rodeaban con veneración y gusto. Era humano y sensible en grado sumo, en esos diálogos y en sus posturas, lo dejaba conocer.  

Se ha ido un grande de Antioquia, un ser humano irrepetible e inigualable. Bernardo Trujillo Calle le hará mucha falta a la academia, a la profesión de abogado y al liberalismo. Paz en su tumba.