23 octubre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Compensar el impacto ambiental de la ganadería

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Claudia Posada

Por Claudia Posada 

El componente ambiental está contemplado en nuestra Constitución del 91 al señalar expresamente que, “Todas las personas tienen derecho a gozar de un ambiente sano. La ley garantizará la participación de la comunidad en las decisiones que puedan afectarlo”.Infortunadamente, como tantos otros, este artículo, al igual que la ausencia de las reglamentaciones debidas en razón de las obligaciones que competen en el ámbito nacional a los congresistas, a quienes corresponde la creación de leyes, así como en los niveles regionales -a las Asambleas departamentales a través de Ordenanzas-  y en lo local a los Concejos municipales -a través de Acuerdos-, simplemente es evidente, y, por tanto, derechos fundamentales quedan sin vigor, se ignoran.

En tal sentido, resulta muy interesante lo recién divulgado a través del medio de comunicación a la opinión pública de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) con el título en su boletín informativo “Aumentar la productividad en la ganadería bovina reduciría la huella de carbono”. Sobre éste, uno de los temas más desconocido por la generalidad de los ciudadanos y del que algunos ganaderos se hacen los de oídos sordos, cual es, el daño ambiental de la ganadería, debería ponernos a considerar sus distintas variables, sin demoras. Esto, lo que en el caso de Colombia, en donde tierras fértiles de grandes extensiones son utilizadas para el pastoreo de semovientes, no puede desestimarse porque, además, como otras crisis que padecemos, podría empeorar. Las crisis sociales que tienen origen en el campo, como la disminución de cultivos pancoger y de otros, propician déficits alimentarios comprobados en nuestro país.  Al no aprovechar más tierras para cultivos que fortalecerían la producción que alivie la necesidad alimentaria en comunidades con terribles deficiencias nutricionales, se hace urgente el rescate de políticas que rigen el agro y crear otras; sin duda, deben pensarse con mentalidad solidaria, sin trabas, en aras del bienestar común, lo que no significa impedir derechos individuales que no atropellan la legalidad. 

La Universidad Nacional puntualiza en su medio de comunicación, sólidos argumentos fundamentados en la importante investigación centrada en lo que respecta a la producción ganadera mirada desde lo ambiental, lo que muchos desconocemos y no pocos demeritan por intereses particulares. Por mencionar apenas algunas de las conclusiones de la investigación, retomamos: “A pesar de su importancia en la generación de empleo rural y en la producción de carne y leche, el sector ganadero es una fuente de metano (CH4), dióxido de carbono (CO2) y óxido nitroso (N2O), principales gases de efecto invernadero (GEI) que, cuando son expulsados por los bovinos en sus procesos de fermentación en el tracto digestivo, retienen el calor en la atmósfera e impiden que se libere al espacio, provocando el aumento de la temperatura global. Esta realidad nos pone a cuestionar el desconocimiento de la obligatoriedad de los Artículos 79 y 80 de nuestra Carta Magna:

“Artículo 79. Todas las personas tienen derecho a gozar de un ambiente sano. La ley garantizará la participación de la comunidad en las decisiones que puedan afectarlo. Es deber del Estado proteger la diversidad e integridad del ambiente, conservar las áreas de especial importancia ecológica y fomentar la educación para el logro de estos fines. Artículo 80. El Estado planificará el manejo y aprovechamiento de los recursos naturales, para garantizar su desarrollo sostenible, su conservación, restauración o sustitución. Además, deberá prevenir y controlar los factores de deterioro ambiental, imponer las sanciones legales y exigir la reparación de los daños causados. Así mismo, cooperará con otras naciones en la protección de los ecosistemas situados en las zonas fronterizas”.  Tanto los legisladores (que sabemos tan dados a proteger ciertos intereses y atender prioritariamente presiones con las que proyectan decisiones), al igual que ambientalistas radicales que no siempre están conectados con lo conducente a la hora de defender posiciones, deberían concertar sin caprichos amañados; oír y en consecuencia actuar, lo que no es fácil hay que reconocerlo, bien podrían gestionar armonizando el desarrollo con el respeto por el ambiente, siempre en función del bienestar colectivo. Sin que se pretenda golpear a cualquiera de los sectores en conflicto.

La investigación presentada en  boletín informativo de UNAL, que resume lo arrojado en ella, no debe ser desatendida; en este medio se dice, retomando otro de sus párrafos que, “El profesor Alberto Stanislao Atzori, de la Universidad de Sácer, quien viajó de Italia a Colombia para entender los complejos sistemas ganaderos, destaca que “la dinámica de sistemas nos ha permitido comprender que en el sector ganadero las emisiones se reducen mejorando la productividad, de forma que se puede obtener la misma producción pero con menos ganado, lo que incluye no solo la ganadería, sino que además hay que ver el conjunto ambiental de los recursos naturales de los sitios y el componente social””. Y, además, destacan: “Diversos estudios adelantados por investigadores de Colombia (de la UNAL) e Italia demuestran que a partir de la selección de animales eficientes -productiva y reproductivamente- se produciría más proteína animal con menos huella de carbono”.

Finalizar con lo que sigue, de lo difundido por la unidad de comunicaciones de UNAL, debería sacudir a ganaderos, legisladores y ambientalistas, con sensatez: “En uno de los estudios los investigadores estimaron los GEI producto de la ganadería bovina en el Valle del Cauca, departamento con tradición ganadera, y con la simulación evidenciaron que: aumentar la natalidad de 83 a 90 %, disminuir la edad al primer parto de 34 a 30 meses, y mejorar la producción de leche vaca por día de 5,33 a 10 kg, además de incrementar la producción de leche y carne en 100 y 4 millones de kg anuales, respectivamente, disminuiría la intensidad de las emisiones de 1,4 unidades para leche y 2 para carne”. La vocación ganadera de algunas regiones colombianas, no tiene por qué reñir con los planteamientos que son el resultado de una muy seria investigación, en la que participaron colombianos de la Universidad Nacional e italianos de reconocimiento internacional.