20 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Comodines léxicos o palabras baúl

Por Enrique E. Batista J., Ph. D

https://paideianueva.blogspot.com/

 Somos, en cierto modo, la lengua que hablamos. Este mes de abril, por mandato de la ONU, se celebra el día del idioma. Se procura que las naciones reconozcan la importancia histórica y cultural de la lengua con la que se comunican y definen su identidad. Se estableció como fecha recordatoria el 23 de abril, día del aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra y, a la vez, el cumpleaños y muerte de William Shakespeare. 

La lengua madre de cada uno de nosotros es el elemento esencial de la comunicación y de la integración entre los humanos, de la expresión de afectos y de la creación y preservación de arte y cultura, entre otros valores notables. A la vez, como bien se ha resaltado, nuestra lengua madre es un componente fundamental para una vida emocional satisfactoria y un vehículo para que nuestra propia cultura alcance vigencia en la sociedad global interconectada. También es de resaltar que con ella podemos desarrollar y desplegar el pensamiento inteligente, la autonomía cognitiva, social y moral, y fundamentar el progreso en los ambientes escolares y a lo largo de toda la vida. En la lengua madre subyace la construcción de nuestro carácter y personalidad, la expresión vigorosa y profunda de los afectos positivos, la construcción de la concordia y la sana convivencia. 

Quienes a diario escribimos nos enfrentamos, cada vez, con un reto importante: escribir con claridad y precisión para llegar con nuestro mensaje a la audiencia, audiencia que con frecuencia es variada en sus niveles de formación e intereses. En cierto modo, la regla de oro de la que no podemos apartarnos es la de profesar un profundo respeto al lector que dedica su tiempo para leer lo que escribimos y pueda sopesar lo que le queremos comunicar, ya sea como hecho, opinión o como divulgación de evidencias científicas, sociales, políticas o culturales. 

Uno de los peligros para alcanzar una comunicación precisa de conceptos, opiniones, hechos o ideas, es el que se da cuando, por la vía de un menor esfuerzo lingüístico, somos poseídos por el diablillo rey de la pereza y recurrimos a palabras denominadas «baúl» o «comodín léxico», las cuales son aquellas vagas en su significado o que están imbuidas de abundante polisemia, por lo que llegan a significar  mucho y casi nada a la vez, afectando la claridad expositiva, dejando al lector la tarea de descifrar, de inferir o de adivinar lo que intentamos  comunicar. Se viola el sacro principio de que es al escritor a quien le corresponde la obligación de comunicar sus ideas y conceptos al lector, y no a este la de descifrar el intento comunicativo.  

No constituyen, como norma general, las palabras «baúl» o «comodín léxico» una violación a normas gramaticales. No hay error en su uso, aunque se recomienda reducir en el mayor grado posible su incorporación dentro de un mismo texto y, en especial, dentro de un mismo párrafo. El profesor y escritor novelista Alejandro Marcos dice: «El uso de las palabras comodín demuestra cierta vagancia del escritor, una pereza por no buscar el término exacto y conformarse con el primero que se le haya venido a la cabeza. Y es una pena porque lo que parece es que las capacidades del escritor no dan para más, que es pobre de vocabulario y, además, impreciso». (https://rb.gy/d1df3g). 

Los verbos haber, hacer, poner y tener nos llevan con frecuencia a comunicación imprecisa por su fácil uso como palabras «baúl» o «comodín léxico». La profesora de lengua y literatura Victoria Monera presenta una serie de ejercicios de vocabulario mostrando usos imprecisos de esos verbos. (El lector los puede consultar aquí: https://rb.gy/hb3j1u). 

En los ejemplos siguientes todas las frases son correctas, pero es posible ser más exacto si se emplea el verbo más preciso acorde con la intención comunicativa. Se presentan sólo una de varias opciones posibles de mejoramiento. 

Ejemplos con el verbo haber: «Hay 30 alumnos en clase», cuando pudo ser más preciso, según la intención comunicativa del escritor «Asistieron 30 alumnos a la clase». «Hay que asistir a la reunión», en lugar de, por ejemplo, «Es obligatoria la asistencia a la reunión”. «¿Has sabido el resultado del partido?», en lugar de, como alternativa, «¿Sabes cuál fue el resultado del partido?».  

Ejemplos con el verbo hacer: «Ella ha hecho una buena carrera»; tal vez sería mejor «Ella concluyó (o terminó) una buena carrera». «José hizo un récord en la carrera de los 10.000 metros”, por «José estableció un récord en la carrera 10.000». «Voy a hacer una casa», por «Construiré una casa». «Hace un calor intenso”, por «El calor es intenso». «Ese problema lo hicieron bien», por «Ese problema lo solucionaron bien».  

Ejemplos con el verbo poner: «Le pusieron la AstraZeneca”, por «Lo vacunaron con la AstraZeneca». «Debes poner atención», por «Debes prestar atención». «Ponte ropa informal», por «Viste con ropa informal». «Ponte aquí», por «Siéntate aquí. «Se casó y se puso gorda», por «Se casó y engordó». (Pero, no se dice «Hacer énfasis en», sino «Poner énfasis en” o «Enfatizar en»; a diferencia del inglés, en castellano el énfasis se pone, no se hace). 

Ejemplos con el verbo tener: «Gerardo tendrá que pagar una multa», por «Gerardodeberápagar una multa». «Luis tiene fobia a las arañas», por «Luis es fóbico a las arañas». «Carlos tiene una enfermedad contagiosa», por «La enfermedad de Carlos es contagiosa». «Te tengo mucho amor», por «Te amo» (o «Te amo mucho»). 

Hay multiplicidad de otros verbos que pueden, en un escrito, ser una palabra «baúl» o «comodín léxico». Por ejemplo, con el verbo dar: «Le dieron una buena calificación», por «Obtuvo una buena calificación». «Piedrahita tiene que dar su cuota», por «Piedrahita debe pagar su cuota» (o pagará su cuota). 

Alberto Gómez Font, lingüista de la Academia Norteamericana de la Lengua Española, dice que «hay (sic) tres verbos a los que les tengo odio y los llamo asesinos, porque desde el punto de vista metafórico asesinan a muchos otros». Estos son: realizar, iniciar y finalizar los cuales se pueden reemplazar por 30 o 40 otros verbos según el contexto: «Últimamente todo se inicia y todo se finaliza, y nada se inaugura, se emprende, se comienza, se abre, y nada se termina, ni se clausura, hay incluso plazos que finalizan cuando deberían vencer o expirar». Bien se ha afirmado que: «Si se abusa de ellos, empobrecen la prosa y la vacían de contenido». (https://rb.gy/ylg0su).  

Una recomendación básica para el escritor consiste en revisar bien el texto, encontrar alternativas más precisas para palabras «baúl» o «comodín léxico» y no dejar ver al lector la pobreza léxica que se tiene como escritor. La preocupación central no es equivocarnos, pero sí la de ser claros y precisos. Para escribir con claridad es necesario recordar siempre que escribir es enseñar, es educar en el uso del idioma y en la diseminación apropiada de determinados contenidos. 

Aquí me he referido a verbos, pero existen «comodines léxicos» o palabras «baúl» en todas las categorías gramaticales: sustantivos, adjetivos, pronombres y adverbios, algunos de los cuales son empleados de manera abusiva tanto en el lenguaje hablado como en el escrito. Por ejemplo, entre muchos: «cosa», «vaina», «tema» y «usuario». 

Pero, esa «cosa» con sus enredos de tantas «vainas», para los «usuarios» de esta columna, dará para otro «tema».