26 septiembre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

“¿Cómo es que todavía resiste?”

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Claudia Posada

Por Claudia Posada 

Ella, desde su saber, encontró la raíz motivacional: “desprecio”; confirmó lo que sospechábamos, pero de lo que no teníamos certeza pues nos faltaba algo muy importante, fundamental, legitimador: el conocimiento; ella nos recuerda quiénes lo incitan: “Medios de comunicación que editorializan con insultos. Senadores que gritan desde su curul como si estuvieran en una cantina. Exfuncionarios que lo traicionan en horario triple A para ganarse unos aplausos. Y una parte de la opinión pública que normaliza esa violencia porque viene de “gente decente””. ¿Pero por qué? Porque “No se trata de un debate democrático. Lo que estamos presenciando es una campaña sostenida de deslegitimación, una operación de desprestigio que no descansa ni disimula”. ¿Y en el fondo, definitivamente, qué es? “No es oposición: es odio de clase”.

Hace rato nos veníamos preguntado qué hace que los colombianos prefieran insultar y maltratar con palabras hirientes repetidas por todas partes – sin soporte argumentativo- en vez de confrontar con altura hechos supuestamente deshonrosos que atenten contra la democracia y el ejercicio honrado de un mandato, y particularmente (peor) desde la clase política declarada en oposición al gobierno de Gustavo Petro. ¿Acaso no son los políticos que ostentan curules y cargos públicos, los más llamados a procurar el bienestar de la sociedad? Todo servidor público, desde el lugar que esté, debería ostentar su cargo con rectitud, rigor moral y decencia. Son muy sin vergüenza todos aquellos que reciben honorarios o sueldos del Estado y no se les da nada gritar oprobios, lo mismo que decir tantas mentiras para infundir miedo y desazón entre la población desorientada.

Ella es la psicóloga social Stella Ramírez, su opinión fue rescatada de Facebook por algunos medios que la reprodujeron. De esos medios, como El Correo, por ejemplo, ha sido retomada profusamente y sigue circulando. “El presidente más ultrajado” es el título de su escrito. No sé cuántos seremos los que nos identificamos con sus opiniones, pero sí sé que son muchos los que señalarán con insultos a la profesional Ramírez y nos tacharán con sandeces sin sentido a los que pensamos que a buena hora se reproduce su acertado diagnóstico sobre lo que observamos en Colombia porque a nada bueno conduce, es dañino, agudiza las crisis. Copiosamente aparecen en las redes sociales las más burdas y absurdas reacciones a lo publicado por la psicóloga. Pero sin duda alguna lo más repetido, sin que lo sustenten, es que quienes piensan distinto a los que detestan a Petro, odiamos como odia él, y lo dicen con tanta rabia que se les desfiguran su cara y facciones. Para la oposición y sus ardorosos creyentes, no se pueda tener criterio propio, ni capacidad para distinguir lo que está bien resuelto, lo que se ha cumplido, de los que son errores como para arrepentirse y no repetir; no, es que el que no está en la oposición dizque es guerrillero y terrorista, o mínimamente un mamerto estúpido.

“Petro pasará a la historia por ser el presidente más ultrajado de Colombia
A Petro no lo critican por gobernar, lo odian por existir. Es desprecio de clase contra un presidente que representa a los excluidos. Y aun así, resiste.
Nunca como hoy un presidente de la nación había sido tan irrespetado, tan vulgarizado, tan ultrajado como lo es Gustavo Petro”
; lo dice en uno de sus párrafos la publicación de la psicóloga social Stella Ramírez. Habrá quienes verán en éste y demás párrafos de su escrito, argucias. Algunos porque realmente sus sentimientos hacia el presidente Petro son de tal desprecio que sinceramente así piensan. Otros descalificaran a la profesional como táctica para reforzar su estrategia de desprestigio conveniente a ellos por intereses particulares. “A Petro no lo interpelan por sus decisiones, lo agreden por existir. No lo confrontan como jefe de Estado, lo desacreditan como si fuera un intruso. Se burlan de su acento, de su pasado, de su ropa, de su forma de hablar. Le inventan enfermedades, delirios, complots. Y todo eso tiene un nombre: desprecio”.

“Nunca se había visto este nivel de sevicia contra un presidente electo”. En esta frase no hay mentira. En cambio, sí es mentira lo que aseguraron en medios de comunicación, entre otras tantas tergiversaciones, que el presidente Petro dijo que va a cerrar medios de comunicación. Leo y releo el mensaje en su perfil de la red social X al que hacen referencia varios periodistas, y no hay tal amenaza. “Se han desdibujado todos los límites. Medios de comunicación que editorializan con insultos. Senadores que le gritan desde su curul como si estuvieran en una cantina. Exfuncionarios que lo traicionan en horario triple A para ganarse unos aplausos. Y una parte de la opinión pública que normaliza esa violencia porque viene de “gente decente””.

Tal cual remata su escrito la doctora Stella Ramírez, así finalizo esta columna: “A Petro no se le reconoce la investidura. Se le tolera a regañadientes, como si su mandato fuera un accidente de la historia. Cada paso que da es señalado. Cada silencio, interpretado. Cada palabra, distorsionada. Y, sin embargo, sigue ahí: gobernando, sin arrodillarse, sin traicionar a los que lo eligieron. No es a Petro a quien insultan. Es al pueblo que lo eligió. Es a la memoria de los excluidos, a la dignidad de los humillados, a la voz de los que no tenían voz. Por eso, tanto odio, por eso, tanto ruido. Porque no soportan que el poder ya no les pertenezca. La pregunta no es por qué lo atacan tanto. La verdadera pregunta es: ¿Cómo es que todavía resiste? Pero Dios le sostiene”.