Por Claudia Posada
Los premios nacionales de periodismo Simón Bolívar que cada año exaltan el trabajo de quienes en el ejercicio del oficio merecen el máximo reconocimiento en sus distintas categorías, se constituyen en bálsamo reconfortante para quienes creemos que, como en la versión de este 2022, los galardonados son el testimonio de una misión de enorme significado en el marco de la democracia. El deber ser del periodismo para con la sociedad, se materializa cuando profesionales, como los distinguidos este año, entregan su valioso producto periodístico.
Desafortunadamente aquella misión se ha ido desdibujando porque el objetivo de algunos periodistas entró en amancebamiento con la clase política y los grupos de presión y poder. Semejante extravío de la ética, la responsabilidad social y el deber, es una convivencia toxica para la sociedad; lo que además amarga la experiencia de observar desde una tribuna independiente, la realidad de un país que con “legitimadores” ajenos a la búsqueda del bienestar común, impiden sin misericordia crear espacios de reconciliación para fortalecer opinión pública con ilusiones y esperanzas.
Me voy a divorciar por un tiempo de mi “máquina de escribir” mental para dejar descansar mi cerebro. Por ahora voy a destinar más horas a los míos y a lo mío, no sé hasta cuándo…Columnas de opinión y píldoras políticas necesitan oxígeno, el que no se encuentra en fuentes de confrontación ideológica dañina.
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