20 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Colombia, país fragmentado

Jose Hilario Lopez

Por José Hilario López 

Colombia: país fragmentado, sociedad dividida”, libro publicado originalmente en inglés en el año 2002, por los historiadores Marco Palacios y Frank Safford, nos ofrece una gran síntesis de nuestra historia de Colombia desde la época precolombina hasta finales del Siglo XX. El eje conductor de la narrativa es la fragmentación espacial del país y las divisiones profundas de la sociedad colombiana, ya sean culturales, étnicas, de clase o de localidad, región, políticas e ideológicas. 

Esta fragmentación del país viene desde la época prehispánica, cuando los primeros pobladores del territorio conformaron comunidades aisladas por los grandes ríos y las altas montañas, que se asentaron en tres regiones principales, a saber: 1) La costa Caribe y los bajos valles de los ríos Magdalena, Sinú y San Jorge; 2) las altiplanicies de la Cordillera Oriental y 3) la región occidental, separada de la anterior por el río Magdalena. Por otro aspecto, los conquistadores españoles que primero llegaron al centro del país entraron por el río Magdalena, mientras que el occidente del país fue conquistado por españoles procedentes del Perú. 

La economía colonial contribuyó a agudizar la diferenciación de las regiones, como se muestra a continuación. 

La región Caribe y el bajo Magdalena se dedicó al comercio de las mercancías importadas vía el puerto de Cartagena, la única aduana autorizada por la Corona Española para el comercio internacional y al contrabando, vía Riohacha — Mompox, así como al comercio de esclavos procedentes de África para abastecer de mano de obra principalmente a los mineros del occidente colombiano. En esta región, una vez que los indios casi exterminados por las enfermedades traídas por los conquistadores o muertos en la resistencia que opusieron a los invasores, los blancos españoles y sus descendientes los criollos, apenas si se mezclaron con los negros o con los pocos indios supérstites. 

En el altiplano cundiboyacense, una vez saqueados los santuarios indígenas, los colonizadores mediante el sistema de encomiendas con mano de obra indígena se dedicaron al cultivo de las fértiles tierras ancestralmente laboradas por los nativos, a la ganadería vacuna y ovina y a la carda y tejidos de lana, mientras que en la provincia del Socorro en lo que es hoy el Departamento de Santander, florecieron las artesanías y los tejidos de algodón. La población de la región, siguió siendo mayormente india y mestiza. 

En el occidente del país la economía colonial se basó principalmente en la minería aurífera, primero con mano de obra indígena, la cual, igual que en la región Caribe, una vez desaparecida fue reemplazada por esclavos africanos. Los tres principales centros mineros se ubicaron en Buriticá (población cercana a Santafé de Antioquia), en los bajos ríos Nechí y Cauca, en el sur del actual Departamento de Bolívar y en la Costa Pacífica. 

A mediados del Siglo XIX la colonización antioqueña del occidente colombiano desarrolló la economía cafetera en el suroeste de este departamento, así como en lo que hoy se conoce como el Eje Cafetero, en el norte del Valle del Cauca y en el norte del Departamento del Tolima. La economía cafetera y el oro generaron un auge inusitado económico y social en el noroeste colombiano y, más tarde, durante las primeras siete décadas del Siglo XX, el capital acumulado por la minería y la caficultura posibilitaron la industrialización del valle de Aburrá, centrada en la ciudad de Medellín. 

Las recientes elecciones presidenciales confirman que la fragmentación del territorio colombiano persiste, ahora marcada por la existencia de dos países contrapuestos, un centro con un mediano nivel de desarrollo en su mayoría fiel a la tradicional dirigencia política y una periferia pobre arraigada en las regiones pacífica y caribe, a la cual se suman los barrios miseria del sur de la ciudad de Bogotá, que por primera vez manifiesta su descontendo votando mayoritariamente en los recientes comicios presidenciales por un candidato de izquierda y por una mujer negra, formada en las luchas pro defensa del territorio de las comunidades ancestrales del alto río Cauca. 

Tenemos un bien definido mapa geopolítico del país: un centro medianamente desarrollado rodeado por una periferia pobre que reclama cambios profundos en la distribución de la riqueza nacional, que hay que atender de manera prioritaria. Este es el reto que le espera al nuevo presidente de los colombianos, para lo cual dispone de una carta de navegación enmarcada en la Constitución de 1991 y en los Acuerdos de La Habana, empezando por la implementación de la reforma rural integral. La Paz de Colombia empieza por resolver el conflicto agrario, que garantice la propiedad de la tierra para la población rural principalmente en el occidente colombiano y en la región caribe. 

Quisiera cerrar recordando el libro “Geografía del hambre” del médico y sociólogo brasilero Josué de Castro, publicado en 1964, que según su autor “no es una geografía de las grandezas humanas, sino una geografía de sus miserias”, refriéndose a la pobreza que azota la población del nordeste de su país, territorio en mucho similar a nuestra región pacífica. 

P.S: Frank Safford, economista e historiador norteamericano, Profesor Emérito del Departamento de Historia de Northwestern University, Estados Unidos, recientemente fallecido, fue uno de los intelectuales más lúcidos dedicado al estudio de nuestro país. En el año de 2011, la Universidad Nacional de Colombia le confirió el doctorado Honoris Causa por su obra “El ideal de lo practico: el desafío de formar una élite técnica y empresarial en Colombia (…) y por inmortalizar la historia de la ingeniería en Colombia”.  

Marco Palacios es uno de los más reconocidos historiadores colombianos, dos veces rector de la Universidad Nacional.