24 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Boris Johnson, el fin de una Era  

Rafael Bravo

Por Rafael Bravo 

“I know there are many people who are relieved, and perhaps quite a few who will also be disappointed. I want to tell you how sorry I am to be giving up the best job in the world” 

‘’Se que hay mucha gente que siente alivio y quizás unos cuantos que también estarán decepcionados. Les quiero decir cuanta pena siento tener que renunciar al mejor trabajo del mundo’’. Boris Johnson 

La caída de Boris Johnson como primer ministro de Gran Bretaña es el fin de un personaje caricaturesco y alejado de las normas de lo que supone liderar a un grupo de naciones. Su cabellera desordenada coincide con su forma de actuar ideológica, administrativa y personalmente desorganizada. Un gabinete hastiado de las mentiras y desaciertos y el retiro del respaldo de su partido terminaron por acelerar la salida. 

Su negativa a renunciar chocó con la realidad política de los escándalos protagonizados a lo largo de su gobierno: un desconocimiento de las reglas asistiendo a ruidosas fiestas en medio de la pandemia lo que se denominó ´´Partygate´´, un enfoque laxo de la ética nombrando un personaje acusado de abuso sexual y un apetito por el estilo de hacer política acomodando sus intereses. Señalar la cantidad de descaros y desvergüenzas tomaría buen rato. 

Johnson llegó al cargo bajo la bandera del Brexit en medio de la división de los británicos que veían en la Unión un obstáculo y en particular un rechazo a la llegada de inmigrantes. Contrario a lo que se esperaba, la salida ha significado un daño a la economía británica. El comercio de bienes y servicios durante el primer semestre cayó un 16 por ciento. La OCDE estima que el crecimiento de la economía previsto para 2023 será cercano a cero, convirtiendo a Gran Bretaña en la peor dentro del Grupo de los 20, sin contar a Rusia. 

Gracias al Brexit no es posible la libre movilización de trabajadores entre Gran Bretaña y el continente lo que se ha traducido en mayor desempleo y menores salarios reales. La inflación acosa a sus habitantes siendo una de las más altas de Europa. No sorprende entonces que el apoyo al Brexit con el paso del tiempo ha descendido del 47 por ciento cuando fue aprobado a 37 por ciento en mayo. 

Por otro lado, Johnson deja un legado funesto para las libertades civiles por sus efectos represivos: la primera es una ley que prohíbe la protesta en Inglaterra y Gales que acarrea multas y sanciones para quienes la infrinjan. La expansión del poder de la policía le permite acceder a la historia médica de los ciudadanos, así como requisar a quien consideren sospechoso. Inglaterra es un país donde la comunidad de musulmanes crece y participa activamente en la vida social y política, pero al mismo tiempo hay sectores que no ven con buenos ojos la llegada de nuevos inmigrantes afectos a la religión de Mahoma. 

Aún más sorprendente es la Ley De la Nacionalidad y las Fronteras que refleja el sentimiento anti emigrante que motivó el Brexit. Con ella se pretende criminalizar a los que buscan el estatus de refugiados que arriben en botes pudiendo ser encarcelados hasta por 4 años y si no logran ser recluidos en cárceles normales serían ubicados en alojamientos al estilo de campos de concentración o sitios de procesamiento fuera del país lo que ha provocado la denuncia de los activistas de derechos humanos. 

Ni siquiera los ciudadanos británicos escapan a las medidas restrictivas. Una provisión reciente le da poder al gobierno para remover la ciudadanía de quienes tienen la doble nacionalidad sin previo aviso. Un nacionalismo a ultranza que responde al deseo de cerrar fronteras tal y como ocurrió en los Estados Unidos en el gobierno anterior. 

El partido conservador tiene ahora la tarea nada fácil de buscar un nuevo líder que sane heridas, corrija el lastre económico y se logre la normalización con un gabinete que normalice las funciones de gobierno. Mientras tanto, Johnson ha expresado su voluntad de permanecer en el cargo provocando el rechazo de muchos sectores que piden su retiro inmediato y se nombre un primer ministro interino. 

En el cuadro siguiente se muestra el descontento de los británicos y los partidos políticos con una encuesta que pregunta si Boris Johnson debería renunciar. 

Debe renunciar total 69% 

Debe permanecer en su papel 18% 

No sabe 13% 

Laboristas (Lab)-Conservadores (Con)-Demócratas Liberales (LD).