24 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Boberías

Carlos Alberto Ospina

Por Carlos Alberto Ospina M. 

Otra lectura de la aceptación tácita de las múltiples cosas y personas distintas que, no pasa por el consistorio divino, reside en encontrar el divertimento en tantas pendejadas carentes de inocencia y de originalidad. Se les va la mano creyéndose inventores de contenidos que no superan el canal de lo anodino, el cual irrespeta la primitiva inteligencia humana.  

En ese grado de civilización poco desarrollada encontramos un abanico de personajes risibles y estrafalarios, cuyo único mérito está representado en la deficiencia mental que arrastra a sus pares y a un conglomerado adicto a mensajes intrascendentes. ¡Ni modo de pedir peras al olmo! 

La ramplonería es diferente a la sencillez del lenguaje, el ruido visual dista mucho del efecto comunicativo, la peculiaridad nada tiene que ver con la dinámica creativa y los denominados golpes de efecto solo buscan monetización. Detrás del dinero, la efímera fama y la exposición mediática anida la incultura o la pobreza intelectual. 

¡Cómo diablos! Hay gente que paga 75 dólares por una sesión y 25 por cada clase, dizque, para aprender la “frecuencia galáctica” que les permita contactar a entes extraterrestres; tal vez, entre bobos se entienden a la perfección. Dejarse timar por una mujer con cara de subnormal, Mafe Walker, de origen colombiano que asegura poseer la habilidad de comunicarse con seres de otros mundos que “están en dimensiones más altas… y son entidades divinas”, (SIC) sobrepasa la falta de malicia, diría, cosa de no oír. 

Las ‘vibraciones de energía pura’, más bien, el aullido caricaturesco de la mentecata Walker, ha sido captado por Netflix para promocionar una serie exclusiva de dicha plataforma vía streaming. La banalización en su esplendor no apela a consideraciones de carácter ético ni muestra pudor a la hora de estructurar la parrilla de programación. Les interesa vender hasta los supuestos diálogos con alienígenas, aunque estos emanen de una mujer ociosa y pícara con suerte. 

Nuevos géneros de tontos afirman conversar con los animales, terceros clasifican de ‘transbotánicos’ que se identifican como plantas, unos cuantos aseguran adivinar el incierto destino a partir de los excrementos humanos, algunos platican con los angelitos, varios aseguran ver el premio mayor de la lotería sobre la plasta del vómito y no falta aquel que cree en la ingesta de la pastilla para hablar dos lenguas. 

Al cabo de cierto tiempo, como si nada; timadores, oportunistas y bichos raros cuentan con una audiencia enamorada de la estupidez. ¡Brava cosa!