28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Biden: Agitando el fantasma

Por Misael Cadavid Md.

Dada la caracterización que han hecho de Joe Biden sus competidores durante el ciclo electoral de 2020, bien podríamos asumir que hay claridad para ubicarlo en el espectro político de centro. 

Durante las primarias demócratas, sus rivales presentaron al exvicepresidente como un centrista con ideas anticuadas en comparación con los candidatos más progresistas que participaban en la carrera electoral. 

El lugar que ocupa en el espectro político, por supuesto, es relativo. Biden siempre parecerá moderado si se lo compara con el demócrata socialista Bernie Sanders. 

Cualquier candidato demócrata estaría muy a la izquierda de un republicano conservador como el presidente Trump. 

Lo mismo se puede aplicar a las propuestas políticas de Biden. Son pocas las propuestas que hizo que satisfagan al ala izquierda del Partido Demócrata. Al mismo tiempo, sus propuestas sobre muchos temas son considerablemente más progresistas que las de Barack Obama o Hillary Clinton. 

Además de la reforma de la atención sanitaria, la agenda de Biden incluye medidas agresivas para frenar el cambio climático, una inversión de 700 000 millones de dólares en el sector productivo estadounidense, reformas políticas considerables, programas de escolarización temprana gratuita y universal y un aumento de impuestos a los estadounidenses ricos por valor de 4 billones de dólares. Sin lugar a dudas propuestas considerada de centro. 

Biden no es socialista, no es radical, pero se presentó con la plataforma política más liberal de cualquier candidato demócrata de la historia moderna de Estados Unidos. Ahora cómo presidente electo, podría dar lugar a un período de victorias progresistas que no se ven en el país desde los programas Gran Sociedad de los años 60. 

Cualquiera que haya seguido la prolongada presencia de Joe Biden, en las instituciones del poder federal en Washington (desde hace 48 años, 1972, lo que le hace un perfecto insider), concluirá que se trata de un personaje moderado. 

Esta impresión ha coincidido con la realidad durante mucho tiempo. 

Pero eso dejó de ser cierto desde comienzos del presente año -2020- cuando, para ganarse el apoyo de la pujante ala radical del Partido Demócrata se tuvo que pseudodesplazar hacia la “izquierda” tejiendo una estrecha red de colaboración con dichos personajes, evitando en todo momento criticar sus excesos izquierdistas, como la quema de barrios durante los meses del verano y otras muchas muestras de radicalismo. Excesos que Biden ha rechazado, pero sin extender su descalificación a quienes los estaban cometiendo. ¡Pura dinámica política como decimos en nuestro país! 

Tiene una postura más estricta para enfrentar el nuevo coronavirus (ha sido muy crítico con el manejo laxo de la actual administración respecto a los confinamientos), da visos de querer enfrentar el cambio climático y dice que optará por una agenda geopolítica muy distinta a la actual. 

Decidió cómo su fórmula Vicepresidencial a Kamala Harris. Y es que en realidad a Harris la avala un currículum de fiscal de la línea dura, muy cuestionada en California, donde ejerció, por los defensores en pro de los derechos de los presos, y Biden ha sido muchas veces acusado de votar, en sus días en el legislativo, a favor de leyes que penalizaban gravemente el consumo de drogas y contribuyeron a la superpoblación del sistema penal y carcelario. 

Biden, de hecho, lleva en su programa aumentar la inversión policial en más de 300 millones de dólares en el apartado de los policías de comunidad, así como un notable incremento en los recursos policiales destinados a los barrios más pobres y conflictivos. 

No queda duda alguna que Biden no es socialista, comunista  ni castrochavista, es y ha sido un hombre de centro, progresista que se ocupará por temas que no son propiedad de ningún sector del espectro político como el cambio climático, la reestructuración del sistema político, universidad gratuita, seguro de salud universal, sustitución progresiva de combustibles fósiles, establecer un salario mínimo federal y disminuir la brecha de salarios entre hombres y mujeres y reestructurar el sistema migratorio entre otros. 

Así que algunos dirigentes izquierdistas colombianos quienes están pletóricos de felicidad por su triunfo creyendo que esto los catapultará en el 2020, permítanme decirles que despierten del sueño y vuelvan a la realidad.