20 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Bernardo Tobón: Que 75 años no son nada

 

Por Oscar Domínguez G. (foto)

A sus primeros 75 años confiesa que ha vivido y que todo se lo debe a Dios, la familia, la radio, el fútbol, la política, los amigos que los tiene de todos los tamaños, a “esa ráfaga”, el tango, la salsa, el bolero y la música vieja. Bernardo Tobón Martínez tiene más vida que una mujer fatal y un gato juntos.

 Y como uno es de donde lo quieren, al decir del juglar Alejo Durán, Benny, como le dicen los integrantes de su red de afectos, es de todas partes.

Se disputan su cuna las ciudades donde ha ejercido su oficio de hombre de mundo, de mando y de radiodifusor de horas extras y jornada continua.

Berrió por primera vez en ondas corta y larga en Manizales, donde nació; en Cali, gateó entre los tubos, estudios, controles y transmisores de Radio Pacífico y La Voz de Cali de la mano de su taita, don Bernardo Tobón de la Roche, de Rionegro, y de su madre, doña Isabel Martínez Villa, de Santa Fe de Antioquia.

En Bogotá, en compañía de su fallecido hermano Germán, empezó a darle su propio brillo y esplendor a la radio en Continental, de Todelar, donde hicimos escuela muchos que hoy peinamos canas.

Su hermana Mercedes, residente en Buenos Aires, y casada con el fallecido cantante de tangos Roberto Mancini, completa la trinidad de los Tobón Martínez. Está clarísimo que la culecada no vino a calentar la banca ni a vivir de un apellido que es sinónimo de la mejor radio en Colombia hace varias décadas. Los Tobón vinieron a hacer las cosas bien. La palabra mediocridad no figura en el léxico familiar.

A Barranquilla fue a templar como gerente de Caracol cuando su padre lo puso de patitas en la calle en noviembre de 1988 cuando era gerente de Todelar-Medellín. El emperador don Bernardo también sacó de su ámbito a sus tíos Jairo y Jaime.

A pesar de la injusta decisión paterna de marginarlo del Circuito del loro, Bernardo Jr. jamás deja escapar una desafinada nota contra su progenitor. Todo se le va en agradecimiento y admiración por él. ¿Por qué barajó así el viejo? Averígüelo, Vargas. Mientras Vargas averigua, desde hace cinco años andan en el lío de la sucesión con los Kaim, de origen judío, la segunda familia de su padre. “Solicitamos lo que nos corresponde”, suele decir Bernardo. Para apalancar su reclamo y el de los suyos, aparte de haber cargado ladrillo en la empresa, el actual Presidente del Sistema Radial BT recuerda que su madre aportó un millón de dólares en 1952 para la compra de La Voz de Cali.

Esa estación fue la cuota inicial del que fuera próspero emporio periodístico radial que ahora vive de sus nostalgias. El hombre que tuvo programas de tangos en varias ciudades puede cantar: “¿Te acordás, hermano, qué tiempos aquellos?”.

Desde hace años, Bernardo, padre de tres hijos y tres veces abuelo irresponsable, se goza el clima y la gente de Medellín donde se deja mimar de su arma secreta, Luchi, su esposa, de quien es deudor amoroso.

Ella le armó el rumbón con aire de tango del cumpleaños en complicidad con Wbéimar Muñoz y señora. Wbéimar fue un aventajado pupilo de su tío Jaime, narrador deportivo que también hace parte de la leyenda radial. Muchos crecimos oyendo sus certeras narraciones de fútbol. No había llegado la televisión. El tío Jaime llenaba el vacío. Eso sí, mejor no esperar a cumplir los ochenta.

Su gente decidió que el gran festejo de este sibarita manizaleño sea a los 75. Aunque la fiesta por la vida del gourmet-gourmand no se detendrá.

Su condición de “bon vivant” se le nota hasta en la forma de vestir, caminar, sonreír, amarrarse los zapatos. Elegante por inercia, no deja ningún detalle al azar. En su página de Facebook siempre está sonriendo. Solo puso cara de puño en el retrato para el pasaporte. En una foto aparece con su dama brindando con un vaso en la mano: ese licor no es proletaria tapetusa.

Este viejo y agradecido empleado suyo al que le pagaba 800 pesos mensuales a finales de los años sesenta, alza la copa para brindar por su vida y milagros y desearle lo mejor. Que siga la rumba. Oscar Domínguez G. junio de 2019