El director de ‘Diego Maradona’ recrea el ascenso a los cielos y posterior caída del futbolista argentino; un trayecto con parada en la camorra, la cocaína y el gol de todos los goles
Maradona no cabe. Ni en un documental ni en ninguna de las infinitas hagiografías que le consumen. Y justifican. La expresión «más grande que la vida» adquirió su significado real el 22 de junio de 1986. Y lo hizo por un simple gol que cambió los límites de las hipérboles. Asif Kapadia (Londres, 1972) vio el tanto desde el lado de los perdedores. Entonces tenía 14 años y, pese a haber nacido a la sombra del estadio del Arsenal, su equipo era y es el Liverpool. Recuerda el gol porque no hay más remedio.
Ahora, su documental Diego Maradona, que se estrena el viernes, se hace cargo de cada rincón de su memoria. Y de la de todos. La película empieza con un plano, más que borroso, nervioso de un coche a través de la multitud. No se entiende nada más que la fiebre de la confusión. Corría el año 1984, el futbolista acababa de aterrizar en Nápoles procedente de Barcelona y en el ruido del caos se adivina todo lo que vendrá después.
La película recorre el periodo que va desde ese preciso instante de furia hasta la suspensión del futbolista por adicto a la cocaína en 1991. De por medio, sus dos goles antológicos a Inglaterra, los dos scudetti… Y de ahí, su caída a lo más hondo de la mano no tanto de dios como de la camorra de los Giuliano, los clubes nocturnos y más cocaína. Mucha.
El director que ganó el Oscar por Amy tras su deslumbrante retrato de Senna, regresa así al tumulto y la herida de los ídolos trágicos. (Lea la crónica).
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