El asesinato hoy de Ángel Ovidio Quintero, presidente del Concejo del Municipio de San Francisco, por parte de hombres que portaban armas largas, nos vuelve a resucitar el fantasma del conflicto en el Oriente Antioqueño.
Desde hace algunos meses he venido diciendo públicamente que en este territorio reaparecieron los grupos armados. Sin embargo, las evidencias; secuestros en el Palacio de los Frijoles en la Autopista Medellín-Bogotá, un retén ilegal en la vía Pailania-San Francisco, el avistamiento por parte de campesinos de hombres armados en la vía “El Chocó”, entre San Carlos y San Luis, varias muertes selectivas en San Carlos y el asesinato hoy Ángel Ovidio, la oficialidad de la región lo sigue negando categóricamente para no crear el pánico, pero atentando contra la búsqueda de soluciones inmediatas.
Los mismos campesinos hablan de la presencia, nuevamente, del ELN, de personajes reconocidos en el antiguo Frente 9 y por supuesto, también de miembros de los grupos paramilitares. Ese coctel que le causo otrora tanto dolor y desolación al Oriente Antioqueño parece que nuevamente está en una región que aún no supera los estragos del conflicto.
Esta muerte, la del presidente del Concejo de San Francisco, debe prender de forma inmediata las alarmas a las autoridades nacionales y regionales para que se tomen medidas inmediatas que le salgan al paso a un nuevo desangre en la región y el desplazamiento, nuevamente, de miles de personas.
El Oriente Antioqueño es una bomba de tiempo y si no se le pone urgente atención volverá a ser noticia nacional, por la guerra, en poco tiempo.
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