23 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Alminar: Los setenta (70) años de la Universidad de Medellín

@UdeMedellin_

A la memoria de don E. Livardo Ospina, ilustre fundador de nuestra casa de estudios y mi maestro.

Por José León Jaramillo J.

Durante el primer gobierno de Alfonso López Pumarejo (1934-1938), conocido como el de la Revolución en Marcha, se aprobó una reforma educativa que implantó las libertades de enseñanza y de cátedra y le puso límites al poder de la Iglesia Católica para intervenir en materia educativa, sobre todo en lo relativo al derecho a velar porque los textos no estuvieran en desacuerdo con la doctrina de la iglesia; derecho que le concedió a ésta el concordato de 1887, suscrito entre el papa León XIII y Rafael Núñez, razón por la cual un grupo importante de conservadores se retiró de la Universidad de Antioquia y fundó en 1936 a la Universidad Pontificia Bolivariana, pues consideraba esas reformas como un atropello a la moral y a las buenas costumbres.

Las cosas cambiaron el 7 de agosto de 1946, con la llegada al poder de Mariano Ospina Pérez, quien finalizó su mandato el 7 de agosto de 1950,  pues el gobierno departamental y la Universidad de Antioquia, en esas calendas de filiación conservadora, reversaron la reforma, en lo que consideraban que afectaba los mandatos pontificios, o, con otras palabras, eliminaron la libertad de cátedra, el libre examen y las controversias, a la vez que se dieron a perseguir a los profesores y a los estudiantes liberales que no aceptaran esas medidas o que simpatizaran con las ideas liberales, quienes fueron expulsados del Alma Mater.

El 1º de febrero de 1950, hace ya setenta (70) años, en esa época de violencia partidista y de gran agitación política, un grupo de liberales y de intelectuales antioqueños, se dio a la tarea de fundar una universidaddemocrática y liberal, que difundiera y defendiera las ideas liberales (perseguidas por el gobierno de la época), la cultura de la tolerancia, la libertad de cátedra, el libre examen, el respeto por la opinión del otro; una casa de estudios en la que no tuviera cabida dogmatismo alguno, salvo el de no admitirlos; una universidad con un alto sentido social que fomentara la investigación científica, orientada a la solución de los grandes problemas nacionales y destinada a ofrecernos a todos los colombianos una “…enseñanza libre, sin limitaciones por razones políticas, raciales o de otro orden cualquiera…”, la Universidad de Medellín.

No nació como una institución política partidista, pues, desde un principio, fue muy claro, para sus fundadores, que no sería la universidad del partido, no obstante que fueron los miembros del Directorio Liberal Municipal de Medellín, quienes promovieron su fundación y ello tuvo que ver con la ética y con la libertad, pues no querían que la universidad que iban a fundar pudiera llegar a ser dirigida por un directorio político sectario, recalcitrante, abusivo e intolerante como el conservador de entonces, el que implantó en la Udea políticas antidemocráticas, donde se perseguía  a los opositores al régimen y se pisoteaban los derechos de docentes y discentes por tener ideas contrarias a las de ese directorio y por ello soñaron y fundaron una universidad que ofreciera “…enseñanza libre, SIN LIMITACIONES POR RAZONES POLÍTICAS, raciales o de otro orden cualquieray de ello da cuenta la historia de claustro, en los siguientes términos, en lo pertinente:

“…El Directorio, entonces, tomó cartas en el asunto. Como la situación política le era adversa, inició una serie de reuniones clandestinas, en casas y oficinas particulares, con el propósito de adecuar espacios para el debate de las ideas y la búsqueda de soluciones estructurales a los problemas del país. Entre las opciones propuestas, la fundación de una nueva institución universitaria que, sin propiciar revanchismos, ni discriminaciones de ninguna naturaleza, tuviera una orientación liberal, NO DE PARTIDO, sino flexible a nuevas corrientes de pensamiento, fue la que tuvo mayor acogida. Consecuentes con este postulado, losmiembros del Directorio convocaron a distinguidos personajes de la vida académica para buscar apoyo a la iniciativa para fundar una nueva universidad…” (La negrilla, la bastardilla y las mayúsculas no son del texto. / pág. 17)

Fue, pues, la voluntad de los fundadores que no se confundiera a la universidad con una sede del partido, que no fuera el directorio el que la orientara, así de simple. Esa fue la respuesta de los miembros de ese directorio político “al sectarismo y a la intolerancia académica y de libertad de cátedra de entonces”, pues “desde un principio fue muy claro que no sería una universidad de partido y ello tuvo “que ver con la ética y con la libertad”, pues “había surgido como una respuesta al sectarismo y a la intolerancia, y no querían caer en lo mismo; en otras palabras, eran políticos liberales, reconocidos por su honestidad, inteligencia, preparación académica, generosidad y grandeza, loor a ellos.

Es absolutamente indiscutible que si la academia liberal es desplazada de la universidad por el partido y éste es de aquellos que trueca votos por becas o calificaciones por votos u obliga a docentes y discentes a conseguirle votos para fortalecerse, además de pisotear con ello la dignidad de estos, le estaría imponiendo limitaciones políticas a la enseñanza libre que debe primar en el claustro, con lo que se traicionaría el mandato fundacional, precitado.

Hoy, setenta (70) años después, vemos un campus envidiable para cualquier universidad, pero lamentablemente, las metas o los fines primordiales de sus fundadores, los que estos se trazaron no se han cumplido y ello salta a la vista, pues las consideraciones que los llevaron a fundar a la universidad y que dejaron consignadas en el acta fundacional son, entre otras,  las siguientes,  de naturaleza social y no mercantil, a saber: La primera de ellas, la del literal a), reza así: “Que los establecimientos de educación secundaria y las dos universidades que existen en el Departamento de Antioquia, por muy diversas circunstancias se ven obligados a limitar sus cupos de admisión, al extremo de que año por año un gran número de aspirantes al no ser admitidos en tales establecimientos ven frustradas sus aspiraciones y tienen que orientarse en otras actividades, con menoscabo de los altos intereses de la Patria y de la Cultura. La penúltima de ellas, la del literal e), reza así: “Que a la universidad colombiana debe dársele una orientación más definitivamente democrática parahacerla accesible a todas las clases sociales y en especial a las clases menos favorecidas.” Dichas consideraciones no han perdido vigencia.

Igualmente, sus estatutos establecen como fines de la universidad, los de “Impartir educación superior como medio eficaz para la realización plena del ser humano, con la mira de contribuir a la organización de una sociedadmás justa, equilibrada y autónoma que participe dignamente de la comunidad internacional. Ampliar las oportunidades de acceso a su sistema educativo, para que todas las personas que cumplan los requisitos exigidos puedan ingresar a ella y beneficiarse de sus programas. Desarrollar programas que propicien la incorporación a la Universidad de aspirantes provenientes de las zonas urbanas y rurales marginadas del desarrollo económico y social.Dichos programas, los últimos que subrayé, no los conozco siquiera.

Es indiscutible, pues, que uno de los fines principales de la universidad es ofrecerles becas de bachillerato y de pregrado al mayor número de estudiantes posible, a todos aquellos jóvenes que carezcan de recursos económicos para poder estudiar y el número de becas que está adjudicando el claustro, en nuestra opinión, es muy bajo, pues este año solo adjudicamos unas treinta (30) becas sociales. Una auditoría externa que dé cuenta de la transparencia de este proceso debe contratarse a la brevedad.

Esto tiene que cambiar, pues el número de becas debe incrementarse sustancialmente.  Las becas además deben ser integrales, pues a los discentes, con escasos recursos económicos y para evitar su deserción de los programas en donde se encuentren matriculados, debe suministrárseles la alimentación, el transporte y, en lo posible, los textos y los demás elementos de estudio que requieran y la universidad tiene los recursos para ello y si no los tiene debe conseguirlos, pero hay que empezar a trabajar en ello y en serio. Esto no es populismo barato, es la razón ser de la universidad, la causa para la que fue fundada; mandato fundacional y estatutario que tenemos que hacer realidad, quienes prometimos cumplir y hacer cumplir sus estatutos, sus principios y los fines de los fundadores.

Teniendo en cuenta que tanto el liceo de bachillerato como la facultad de educación ya no le prestan sus servicios a la comunidad, pues fueron cerrados, cabe anotar que el doctor Edgar Arrubla Cano está estructurando un proyecto, que someterá a la consideración de la consiliatura, con miras a que el claustro les otorgue a los interesados en esos programas, las becas que requieran hasta donde las limitaciones presupuestales lo permitan, para que no vean frustradas sus aspiraciones.

En este momento crítico para todas las universidades donde las matrículas han caído de manera dramática, por problemas económicos de los educandos y sus familias o por el desprestigio de las profesiones, las universidades y los colegios no deben incrementar el valor de sus matrículas más allá del IPC, como acaba de recomendarlo, muy prudentemente, el rector de la Universidad de los Andes. Es más, conocido el presupuesto de la universidad y sus ingresos reales, hay que ajustar el valor de las matrículas a la baja, si se establece que los excedentes superan los costos de manera exorbitante.

Los fundadores de la Universidad de Medellín dispusieron que sus egresados fuéramos miembros de la corporación, para que la engrandeciéramos y para que defendiéramos y alcanzáramos los fines sociales por ellos trazados, no para que nos la repartiéramos, en medio de rapiñas burocráticas, politiqueras o contractuales.

Nos la legaron para que la engrandeciéramos alcanzado las metas sociales por ellos establecidas, aun con dineros de nuestros propios peculios y por ello los estatutos de la corporación (Acto reformatorio del 6 de mayo de 1993), nos obligan a sus egresados a pagar oportunamente las contribuciones que establezca la consiliatura (Numeral 5º, Art 14) y a atender los llamados sociales que, en nuestra calidad de miembros de la corporación, nos haga la universidad, so pena de perder esa calidad de miembros de la corporación. La consiliatura inexplicablemente, en los 27 años transcurridos desde que recibió ese mandato, no ha cumplido con esas obligaciones. Si la consiliatura, por ejemplo, nos asigna a cada uno de los egresados, miembros de la corporación, una cuota de sesenta y siete ($67) pesos diarios o de dos mil pesos ($2.000) mensuales o si se quiere una cuota de veinticuatro mil pesos ($24.000) m/l) al año, para becas. Con ese dinero, con el que se recaudaría en un año, se crearía un fondo inicial de becas cercano a los mil doscientos cincuenta millones de pesos ($1.250.000.000) aproximadamente, ello, pues, hasta donde me alcanza, somos cincuenta y dos mil doscientos sesenta y siete (52.267) egresados.  De esta figura podrían echar mano todas las universidades y que quien no cumpla con esta contribución social que pierda su calidad de miembro de la corporación, salvo que demuestre que no los puede pagar; fondo cuyos libros y cuentas deben estar abiertos y a disposición de todos los miembros de la corporación y ser auditados, salvo mejor opinión, por una empresa extranjera que combata la corrupción y que sea ajena a la universidad, dados los tiempos de altísima venalidad en los que nos tocó vivir.

Los recursos públicos son sagrados y los de la universidad que presta el servicio público de educación también los son y por ello soy partidario de que cualquier ciudadano tenga acceso a la contabilidad de las universidades en general o ¿qué es lo que hay que esconder? Es increíble que, como miembros de la Asamblea General, del grupo de los 100, nunca se nos permitió un libre acceso a su contabilidad. El literal e) del artículo 31 de la ley 30 de 1992 obligaba al gobierno a velar para que “… en las instituciones privadas de Educación Superior, constituidas como personas jurídicas de utilidad común, sus rentas se conserven y se apliquen debidamente y que en todo lo esencial se cumpla con la voluntad de sus fundadores. Por consiguiente, quien invierta dineros de propiedad de las entidades aquí señaladas, en actividades diferentes a las propias y exclusivas de cada institución será incurso en Peculado por Extensión. ¿Cuáles congresistas y por qué derogaron esta norma?

¿Cómo se va a desarrollar el país si sus políticos, los rectores o los directivos de sus colegios y universidades se siguen apoderando ilícitamente de los recursos de la educación, como se ha denunciado que aconteció en la Universidad Distrital, en la Fundación San Martín o en la universidad Autónoma del Caribe, por citar algunos ejemplos? La Ley de educación se debe reformar tipificando como peculado, que impida la concesión del beneficio de casa por cárcel, el apoderamiento o la desviación de recursos públicos o privados destinados a la educación. ¿Si leyó ministra?

Escribo esta columna, pues muchas personas me preguntan por la universidad y creo que debo darles una repuesta amplia y no cuento para ello con los teléfonos ni los correos del grupo de los 100 y menos con las direcciones de los 52.267 egresados ─ pues a esa información no tengo acceso─ ello para poder informales a los estudiantes, a los profesores y a nuestros compañeros, los egresados, que no es cierto que todo en laUniversidad de Medellín siga igual.

Los estudiantes ya reaccionaron y fueron determinantes en el proceso libertario de nuestra casa de estudios, proceso que aún no ha terminado y que yo diría que apenas comienza. Adicionalmente un grupo de egresados creó una veeduría que ya empezó a trabajar y que espero reciba el sólido apoyo de la comunidad universitaria. El rector ya renunció a su cargo y el Doctor César Guerra Arroyave, quien estará al frente de la rectoría durante un lapso de seis meses, prometió una rectoría de puertas abiertas, la defensa de los intereses de los estudiantes eimparcialidad y justicia en todas sus decisiones. La presidencia de la Universidad quedó en manos del profesor José María Berdugo y a la consiliatura (consejo superior), organismo de once miembros, llegamos tres egresados, quienes estamos dispuestos a velar porque se cumplan los fines de los fundadores, a saber: quien estas líneas escribe y los doctores Edgar Arrubla Cano, y Joaquín Guillermo Gómez. Llegaron también el profesor José María Berdugo y Lucas Cadavid Arango, como independientes, quienes, hasta donde me alcanza, tienen los mismos propósitos, los de adelantar las tareas necesarias para emprender la restauración ética de la universidad, para que siga siendo liberal, ajena a dogmatismos y para que en ella solo reinen la ética, la ciencia y la libertad, a la vez que prime la voluntad de sus fundadores y no la del rector o de la consiliatura de turno. Entiendo que los consiliarios que no listé, tienen los mismos propósitos y si así no fuere sería muy importante que le dejen conocer a la comunidad universitaria cuáles son los suyos. Finalmente es un hecho que se integró una comisión para que prepare una reforma estatutaria que será discutida por el grupo de los cien, en asamblea extraordinaria, que tendrá lugar a mediados de este año y sobre la que les informaremos oportunamente.

Vamos a velar, por una contratación transparente, garantizada por procesos licitatorios públicos y por el buen manejo de los recursos universitarios que demandan, con urgencia, una auditoría externa de riesgos financieros.

Velaremos igualmente por una contratación de sus funcionarios y empleados, que sea igualmente el producto de concursos públicos de méritos, en los que puedan participar todos los egresados interesados en ocuparlos y cuyos resultados sean evaluados por entidades expertas o de caza talentos, ajenas al claustro.

La universidad tiene que cambiar, pues en ella deben reinar la academia y la libertad y no un directorio político y por ello es imperativo que la selección de los docentes y de sus decanos sea el resultado de un concurso de méritos, que es la única posición liberal respetable para la ciencia y no el producto de las intrigas y del clientelismo, actividades del partido liberal que no pueden tener cabida en el claustro.

Yo voy a velar porque ello sea así, pero no puedo garantizarles que la rectoría acceda a mis ruegos. Creo que si lo hará, pues el rector manifestó no representar partido político alguno y que será justo e imparcial en todas sus decisiones y ¿dónde hay más justicia e imparcialidad en que un concurso transparente de méritos? Por lo tanto, la comunidad espera que el rector para llenar las vacantes, salvo en el caso del reemplazo de la secretaria general por el doctor Javier Botero Martínez, encargues profesionales idóneos mientras abre los concursos.

Todos los consiliarios estamos empeñados en mejorar a nuestras facultades. Como abogado trataré de que: A) se implante, como obligatoria, la cátedra de ÉTICA, la que, en mi opinión, debería denominarse Mártires de la Justicia Colombiana; mártires como Mariela Espinoza Arango, Ana Cecilia Cartagena Hernández y María Elena Díaz Pérez, egresadas del claustro y quienes, como otros jóvenes fiscales, jueces y magistrados, se convirtieron en mártires de la justicia, porque como bien lo decía Calamandrei, “…en los tiempos de sucia materialidad en que vivimos eligieron la miseria honrada para servir a un ideal de justicia”, sin que les importara enfrentar a la muerte para defender sus principios, la que prefirieron abrazar antes que torcerse y cuyas vidas y obras deberá exaltar igualmente el claustro. Propondremos, igualmente,  que se adelante un seminario internacional de ética, al que se inviten conferencistas de la talla de Adela Cortina OrtsB) se implante la cátedra y el concurso de oratoria interuniversitario JESÚS  MARÍA VALLE JARAMILLO, disciplina tan necesaria en estos tiempos de oralidad; C) se cree la fundación LETICIA CORREA DE LÓPEZ, para humanizar los establecimientos carcelarios y mejorar las condiciones de quienes estén privados de su libertad; D) se fortalezca la investigación en todos los campos. Que se adelante prontamente, por ejemplo, en asocio con otras universidades, una, para auscultar el por qué hay niños que no van al colegio y qué podría hacerse para hacerlos diestros, aun desde el hogar, en ciencias, en matemáticas, en compresión de lectura y en inglés e igualmente para establecer cuáles son los perfiles profesionales que demanda la sociedad, el comercio y la industria nacionales. D) se fortalezca el laboratorio de investigación criminalística y se den los pasos necesarios para recuperar el prestigio de la universidad como la mejor en derecho penal. E) Se doten las aulas de plasmas de 70 pulgadas, con acceso a internet, para facilitar la labor docente y dadas las altas temperaturas que estamos soportando en la ciudad, se instalen en ellas, en las aulas, ventiladores o sistemas aire acondicionado.

Son muchísimas las tareas por emprender, me haría interminable enunciándolas y por ello invito a toda la comunidad universitaria a coadyuvarnos en la lucha por cumplir los fines que nos trazaron nuestros fundadores y a denunciar el clientelismo y cualquier otra práctica corrupta, destructora de su apotegma de Ciencia y Libertad, de la que tengan conocimiento. Sus consejos y críticas serán bienvenidos y constituyen el mejor regalo para el claustro en estos sus primeros setenta años.

Agradezco a todas las personas y al grupo de egresados que con sus votos o con sus acciones apoyó mi elección y la de los doctores Edgar Arrubla y Joaquín Guillermo Gómez, para que resultáramos electos consiliarios. En otra oportunidad me referiré a ellos, a los integrantes de nuestro movimiento.

¡Viva la Universidad de Medellín!