Nuestro rechazo al cobarde y vil asesinato de jóvenes estudiantes de nuestra muy querida escuela de Policía General Santander. El terrorismo mercantil, ruin y miserable debe combatirse con mano de hierro. JLJ
¿Qué les podría pasar a un grupo de terroristas que haga estallar una bomba en una escuela de Policía en Cuba, en Rusia, en China, en Nicaragua o en Venezuela? Los darían de baja y si lo capturan vivos, luego de torturarlos, los juzgarían y los fusilarían a la brevedad ¿Y en Colombia? Les alquilarían un hotel de 5 estrellas en la Habana y les enviarían a un grupo de parlanchines para que les entreguen el país, de la manera más irresponsable. JLJ
Los colombianos demandamos un gobierno fuerte, con carácter, que “…proteja a todas las personas residentes en Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias, y demás derechos y libertades…” (Art 2 CP)y no otro gobierno débil y complaciente con el terrorismo.
“Para enfrentar el narcotráfico sofisticado y la billonaria minería ilegal, nuestra Fuerza Pública no tiene los recursos necesarios, ni siquiera para el mantenimiento de sus equipos actuales, denuncia la Contraloría. Y agrega que se ha reducido el pie de fuerza en más de 20 mil efectivos, mientras las narco organizaciones se fortalecen.Reducción en línea con lo acordado en La Habana y fortalecimiento con el apoyo del gobierno cubano- venezolano.” Coronel ® John Marulanda
Todos sabemos que Pablo Emilio Escobar Gaviria fue un narcotraficante de izquierda y un psicópata de miedo, quien pretendió doblegar a las autoridades colombianas y norteamericanas que lo perseguían, asesinando para ello a más de 3.000 personas, dentro de las que se destacan policías, periodistas, jueces, magistrados, procuradores, políticos y ciudadanos inermes, utilizando para ello los servicios de centenares de sicarios a su servicio y colocando carros bombas en distintas ciudades del país, para sembrar con esas acciones, como sembró, el terror y la muerte. Con él se negoció y para nada sirvió, pues con terroristas, con bandidos y con gentes sin palabra no se negocia. (Lea la columna).
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