Por: José León Jaramillo Jaramillo (foto).leonjaramillo53@gmail.com “Venezuela no es un país agresor, sino un país agredido” Iván Márquez. “Robar es un delito, pero arruinar el país es traicionar a la Patria” Gral. José de San Martín. Las salidas electorales o pacíficas son inútiles para restaurar las democracias cubana o venezolana, porque las botas militares tienen secuestrados (encarcelados) y oprimidos a esos pueblos, para que no puedan decidir libremente sus destinos y, consecuencialmente, para que solo prime en esas satrapías la voluntad del tirano caribeño. Para nadie es un secreto que FIDEL CASTRO RUZ engañó al mundo y al pueblo cubano al presentarseles no sólo como católico sino como demócrata, al punto de negar que fuera comunista para ganarse el favor popular, pero, una vez que se consolidó en el poder, asesinó (fusiló) a más de tres mil cubanos y encarceló a otros tantos, para generar terror entre la población e imponer, a las patadas, su ideología de odio y de destrucción del aparato productivo y de paso eliminar, como eliminó, todo vestigio de democracia (“l’état, c’est moi”). Según sus propias palabras, para seguir “
…el camino del socialismo, es decir, de la nacionalización de todas las grandes industrias, de los grandes comercios” e imponer “la propiedad social de los medios fundamentales de producción.” Los funestos resultados de esa tenebrosa, ruin y miserable empresa, están a la vista en Cuba, en Nicaragua y en Venezuela, las sangrientas dictaduras latinoamericanas que, con más crueldad y violencia, reprimen a sus oprimidos pueblos. (Lea la columna).
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