19 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Allá va eso

 

Por Carlos Alberto Ospina M. (foto)

Cuando a la sociedad se le sale de las manos el control de una problemática sólo puede calificar la situación de dolor en la Nación. Ningún lugar se libra de la presencia de las drogas, encubierta en grandes cantidades, y diseminada, en mortales porciones individuales.

Las desiguales sentencias de la Corte Constitucional tachadas de progresistas y política sinuosa, poco o nada, aportan al estado de cosas. Somos un país exportador y consumidor de una amplia gama de estupefacientes. La complicidad por parte de ciertas autoridades civiles, la ausencia de una política de prevención del consumo de drogas, el timorato juzgamiento a mafiosos, la aparición del sofisticado sistema de lavado de activos, el deterioro de las barreras sociales en las zonas desentendidas por los diferentes gobiernos y la enraizada cultura tramposa que, aplaude al pillo, mientras paga el diezmo con las ganancias obtenidas por medio del delito, nos ponen con las nalgas apretadas.

Las genuflexiones de los distintos estamentos de la sociedad y la tolerancia con el delito pasaron la cuenta de cobro encarnada en un punto sin retorno. Millones de personas están involucradas en la cadena productiva, la distribución, la venta y el consumo de drogas. La doble moral señala a la falta de oportunidades, la exclusión, la marginalidad, el desempleo y demás motivos de supervivencia como los fertilizantes de la economía ilegal. Sin duda alguna  repercuten en el entramado general. El dinero contante y sonante es el verdadero motivo, y más aún, en el momento que se escapa al control fiscal.

Sí, “la necesidad tiene cara de perro, y la ambición, rompe el saco”. De los pequeños cultivos ancestrales, pasamos a extensas áreas sembradas de coca, selvas deforestadas, aguas contaminadas y corredores de la muerte en poder de guerrillas, carteles, bandas u organizaciones criminales. El camuflaje no ofrece ninguna distinción más allá de eliminar la sabiduría de los pueblos indígenas y de los campesinos.

Para muchos jóvenes el primer emprendimiento está ligado a la venta de drogas. ¡Y los narcos lo saben! Por eso, no existe municipio ni población del territorio nacional que se salve de esa pandemia. Al estilo de la leyenda de la espada de Damocles pende sobre nuestras cabezas diversos modos de autodestrucción.

Dejamos emponzoñar las semillas y ahora mismo, los frutos intentar prosperar torcidos, malolientes y putrefactos. Hijos que “cargan” con cocaína a sus madres y mamás que contemplan a esas ingratas proles.  Espejo resquebrajado del significado de la expresión amor del agua: “Dejando correr las cosas que debieran reprobarse” (© Real Academia Española, 2019).

El consumo y abuso de sustancias sicoactivas, narcóticos, metanfetaminas, etc. está en directa relación con la salud mental y los trastornos de un sinnúmero de colombianos. Se palpa en la forma de conducir, la irascibilidad frente al llamado de atención en clase, la desesperación cotidiana, la fatiga, la desconexión con la realidad, el ausentismo, la baja productividad, las lesiones personales y las riñas callejeras; entre múltiples comportamientos, todos, prevenibles desde la fuente hasta la causa de la intoxicación de la mente y el cuerpo.

Buena parte de la fuerza laboral del país consume de manera habitual alucinógenos mezclados con bebidas energizantes, alcohol, fentanilo y otros opioides sintéticos causantes de cientos de sobredosis y fallecimientos. Bajo el ala del entretenimiento y la búsqueda de drogas más potentes, los usuarios se han triplicado en los últimos cinco años y con ellos, las drogas ilícitas. Así, los narcos coronan la fiesta.

Esta situación no es un juego de azar. A simple vista prolifera la anormalidad dentro de unas cuantas medidas cautelares y el deterioro social. Los códigos y los decretos van en contravía a la humanidad descarriada que aparenta batallar contra la Hidra de varias cabezas; en cambio, el monstruo avanza a pasos agigantados reproduciéndose en cada esquina del país. ¡A un lado o debajo, a todos nos cae encima la miserable droga!

Enfoque crítico – pie de página. Las Farc versados distribuidores y vendedores mayoristas de narcóticos, hoy sacan el bulto al régimen de condicionalidad pactado en el Acuerdo de Paz. Dicen los exguerrilleros que sólo cuentan con 24 mil millones de pesos para reparar a las víctimas. Cifra irrisoria delante del supuesto inventario entregado en agosto de 2017, el cual relacionaba activos por 948 mil millones de pesos. ¿Cuáles pepas se introdujeron en las narices para creernos tan idiotas? Meten dos y sacan cinco.