28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Algunos embusteros y sordos

carlos alberto

Por Carlos Alberto Ospina M. 

Improbable que el diálogo de sordos contribuya a unir expectativas sublevadas e intereses atiborrados de supuestas reivindicaciones. Las palabras y los actos no van cogidos de las manos. Cada quien tira para el lado que le conviene y presta atención de acuerdo con sus fines, a veces, poco loables. La trampa consiste en atreverse a reclamar en el nombre de la mayoría de ciudadanos, enarbolando cierta superioridad moral. Esta presumida representación no fue concedida ni pactada en las urnas. Simplemente se autonombraron. Por eso, producen tanto ruido mediático, para ocultar las profundas falencias y las mentiras de varios movimientos antidemocráticos.  

A diestra y siniestra exigen que los oigan a partir de no admitir posiciones contrarias ni abrir el espacio a discusiones argumentadas, con miras a validar la autenticidad y la factibilidad presupuestal de cualquier pretensión. Nunca dejan de poner algún pero a todo lo que se les pide: respeto, empatía, razonamiento y escucha. Así las cosas, las equivocaciones, los errores y los atropellos vienen de la orilla opuesta que, según ellos, encarna la intolerancia y la arbitrariedad. Están convencidos que son el ombligo del mundo que, el resto de los mortales, no merecemos respeto ni consideración y peor que peor, carecemos de derechos frente a la turba de inconscientes; esa sí, infelizmente adoctrinada. 

Los radicales no conocen de puntos medios ni aceptan el límite de la libertad de expresión, negando la presencia de leyes aplicables a los ensayados iluminados. Desde esa obcecada perspectiva, el tercero adolece de conciencia de clase, no tiene derechos constitucionales y tampoco autonomía de acción, puesto que piensa distinto al clan de indignados. Son una especie de dientes de embustero, tan separados unos de otros de la justicia, la equidad y los valores que, conciben el cosmos, en una sola dirección.  

¡Pura paja! Que luchan por la igualdad, la unidad y la diversidad. A la hora de la verdad se trata de la férrea disputa de egos, de pedidos exclusivos y de expresiones segregacionistas por parte de una generación que se percibe incontaminada, por encima de las normas y de los demás. Una concepción que dice tener todos los derechos sin ninguna responsabilidad, ni compromiso diferente, a sus habituales alharacas. Para ellos, a secas, existe una versión de la historia, una realidad despótica, y un único actor de las desigualdades y de la violencia.  

Bien lo define la expresión coloquial: “lo que nada nos cuesta, hagámoslo fiesta”. De por ahí la celebración en medio de la destrucción del transporte público, los bancos, los locales comerciales, los semáforos, el inmobiliario urbano y los saqueos. Luego, salen con la muletilla “Nos están matando” al momento que impiden el paso de la ambulancia con una mujer en trabajo de parto que, a escasos minutos muere, debido a la falta de asistencia médica.  No conformes apedrean y desvalijan el vehículo, al mismo tiempo que frenan el paso de las pipetas de oxígeno con destino a salvar la vida de miles de personas con Covid. Al respecto, cero declaraciones de repudio o actos de arrepentimiento.  

(Artículo 353 del Código Penal. Perturbación en servicio de transporte público, colectivo u oficial. El que por cualquier medio ilícito imposibilite la circulación o dañe nave, aeronave, vehículo o medio motorizado destinados al transporte público, colectivo o vehículo oficial, incurrirá en prisión de cuatro (4) a ocho (8) años y multa de trece punto treinta y tres (13.33) a setenta y cinco (75) salarios mínimos legales mensuales vigentes). No obstante, continúan los bloqueos. 

¿Dónde está la resistencia exhibiendo el pecho para rechazar las otras violaciones de los derechos humanos? ¡Tan sospechoso que, uno por uno, publiquen el ángulo de los presuntos desafueros de la fuerza pública!, a pesar de que en muchas ocasiones han sido los victimarios e histéricos agresores. La violencia debe ser sancionada, venga lo que viniere. No puede haber individuos intocables al margen de la ley; llámense, autores de crímenes de lesa humanidad, violadores de niños y mujeres, creadores de las cárceles del pueblo, narcotraficantes, guerrilleros, paramilitares, agentes del Estado, vándalos e infinidad de organizaciones criminales que, por casualidad, no están en el radar de los desadaptados ni en el aerosol de grafiteros. ¡Qué caricatura de medio carácter! Malos los unos, y redentores, los hampones. En esos términos, cínicos aplausos para la impunidad, la repetición, los delitos atroces y la no reparación a las víctimas. 

De cuando acá hay que seguir pagando “la deuda histórica” con los indígenas que poseen millones de hectáreas improductivas o dedicadas al cultivo de coca, no a la tradición ancestral, sino al negocio de las drogas. Indican que son maltratados y destronados por los “blancos”, en referencia directa, a los restantes colombianos; pero no respetan el derecho fundamental a la salud, a la alimentación, a la libre circulación y al agua potable, bloqueando carreteras y creyéndose autoridad superior. Salvaguardar la integridad física, cultural y territorial no admite discriminación étnica. Este cuento goza de matices y de sabores agridulces que sobrepasan los taparrabos.  

Suena muy pueril el reclamo del autonombrado Comité del Paro al presidente Duque, porque “anunció la gratuidad de la educación universitaria para los estratos 1, 2 y 3, sin discutirlo en la mesa” (SIC). Qué tal la desfachatez, la arrogancia y el despropósito por parte de unos cuantos líderes sindicales que, léase bien, ganan millones de pesos mensuales, dizque, en representación del movimiento obrero. ¡Cuánta incongruencia! Algunos presidentes de federaciones disfrutan de mesadas especiales, dos o tres días de descanso a la semana, protección personal y abundantes beneficios de diversa índole. En conclusión, ausencia de solidez moral, mientras la masa es carne de cañón. 

Fecode refuta la alternancia con el pretexto “que no están dadas las garantías para el regreso a clases ni las condiciones de bioseguridad” (SIC). Otro ejemplo concreto de la fragilidad de la retórica activista. Para estar en las calles, sin respetar el distanciamiento social ni las medidas de sanitarias, sí hay disposición a la alternancia. ¿Será vagancia? 

Sí a la gratuidad de la educación para los estratos 1, 2 y 3, con tal de que permanezcan en las instituciones de formación con un promedio arriba de 3,8 sobre 5; no aplacen créditos y terminen los estudios en el período exacto de cada programa. El resto es alcahuetería y prolongación de la estadía de disímiles zánganos en las aulas hasta la edad de 37 años o más. Voz en cuello hablan de la lucha contra la corrupción y se hacen los desentendidos con aquellos que roban el espacio a los jóvenes interesados en instruirse, lo que explica el patrón irrebatible de perjuicio y daño al erario. 

Corrupto no solo es el que se enriquece ilícitamente, también lo es aquel que ondea la bandera del diálogo, siendo sordo e intolerante. La protesta refleja una gama de vicisitudes e insatisfacciones que no las resuelve el gobierno de turno, sino el concepto de nación democrática interesada en la justicia social para todos.  

Enfoque crítico – pie de página. ‘La ocasión la pintan calva’. Rufianes, los unos y los otros, que buscan pescar en río revuelto, a quienes menos les interesa el bienestar general en razón a que en sus mentes enfermizas, lo único que albergan, es la perversidad y la desgracia.