25 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Alarmantes crisis que deterioran la salud mental, presentes en Medellín

Claudia Posada

Por Claudia Posada

Tras el anuncio del gobierno nacional, en cuanto a la prolongación del Estado de Emergencia Sanitaria hasta el 31 de mayo de este año, se firmó el Decreto cuyo objeto es el de “regular la fase de Aislamiento Selectivo, Distanciamiento Individual Responsable y Reactivación Económica Segura, que regirá en la República de Colombia, en el marco de la emergencia sanitaria por causa del Coronavirus COVID-19”. Éste tendrá vigencia a partir de las cero horas (00:00 a.m.) del día 1 de marzo de 2021, hasta las cero horas (00:00 a.m.) del día 1 de junio de 2021; y deroga el Decreto 039 del 14 de enero de 2021. Su contenido decreta, entre otros, lo inherente al distanciamiento individual responsable y precisa directrices para alcaldes y gobernadores. En lo que respecta al Plan Nacional de Vacunación advierten que “solo podrá ser modificado por el Gobierno nacional, y debe ser implementado en su integridad, no se permiten alteraciones de tipo alguno o cambios a poblaciones, fases o procedimientos para llevar a cabo la vacunación masiva”.  

En consecuencia, para evitar malos entendidos, y angustias que se sumen a la ya tormentosa incertidumbre que se profundiza con tanto mensaje e información falsa, vale la pena recordar un aspecto descuidado en la práctica, aunque bien sabido por mandatarios regionales y locales: La comunicación pública es una herramienta determinante para la comprensión necesaria entre gobernantes y gobernados; pero su eficacia es consistente si se hace fluir por todos los medios o canales de comunicación posibles (masivos, alternativos, comunitarios), difundida con las características de una buena información: Oportuna, completa, clara para todo tipo de destinatarios y por lo mismo focalizada. No es extraño que a los ciudadanos se nos oculte información de la que se tiene la certeza de que afectará la armonía social; no obstante, cuando se trata precisamente de aliviar la zozobra que genera la situación actual por la pandemia, mejor si se acompañan los guarismos dando respuestas a los ¿Por qué? ¿Cómo? y dando las demás explicaciones ineludibles para detener especulaciones. 

El médico Luis Bernardo Vélez, concejal de Medellín, manifestó en un video este fin de semana, una gran preocupación. Se están presentando serios trastornos mentales en la población, tales como crisis emocionales, depresión, ansiedad; han aumentado los intentos de suicidio en la capital antioqueña, lo mismo que las llamadas desesperadas al 1, 2,3. Esto hace pensar en una epidemia enmarcada en diagnósticos de Salud Mental. Entre el personal de salud, por su parte, dadas las condiciones de trabajo, y lo que enfrentan a diario, son evidentes sus episodios de estrés altísimo en el mundo entero y Medellín no es la excepción. Como coordinador de la Comisión Accidental del Concejo, para el tema de Salud Mental y Drogadicción, exhorta al sistema nacional, al igual que al municipal y departamental, para que implementen las medidas que son requeridas para atender a los pacientes del ámbito psiquiátrico. Tenemos políticas públicas en materia de Salud Mental, pero hay que ponerlas a caminar. 

Parece ser que Medellín no cuenta con la infraestructura, la dotación, los medios especializados y el recurso profesional, para satisfacer la demanda de servicios que ha crecido de manera alarmante por cuenta de la pandemia y todo lo que se deriva de la situación a la que nos ha sometido. Es el momento de pensar que a los Psicólogos, y profesionales de las áreas sociales como los Trabajadores Sociales y Sociólogos, se les debe incluir con mayor amplitud en las nóminas del Sistema Nacional de Salud, en las EPS e IPS. Definitivamente hace mucha falta darles su justo posicionamiento a quienes se prepararon para hacerle la vida más llevadera a los individuos en particular, a las familias, a las comunidades y a la sociedad.