Al oído y en voz baja…

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El comportamiento político del Centro Democrático en el Concejo de Medellín sigue dando de qué hablar en las esferas políticas de la ciudad.
En primer lugar, nadie se explica la llegada al Concejo con el sello del Centro Democrático, de Albert Corredor, amigo personal, muy cercano y de tradición por su padre, con el entonces candidato Daniel Quintero.
Varias fuentes le dijeron a El Reverbero de Juan Paz, que “Albert Corredor fue un Caballo de Troya que metió Quintero en la lista del Centro Democrático… Y lo más increíble es que le dieron el aval”. Eso es la política…
Y además anotaron “que Quintero ya tenía comiendo alpiste en la mano a los concejales Simón Molina Gómez y Nataly Vélez Lopera quien hizo una multimillonaria inversión en su candidatura para repetir concejo”. Eso es la política y así se hace.
Así las cosas, el alcalde tiene dividido al Centro Democrático, por más que persistiera en su férrea coherencia la estudiosa concejal María Paulina Aguinaga, y su colega el excandidato derrotado a la Alcaldía Alfredo Ramos, aunque este último ya convirtió su oposición en una enemistad personal, actitud que no le envía un mensaje positivo a la ciudad.
Ya el concejal Simón Molina parece que enderezó su camino, luego de la reunión de la semana pasada del Centro Democrático con el expresidente Uribe, y al igual que el médico Gabriel Dib, quien ya se fue de frente contra el alcalde.
Pero es evidente que hay fisuras en el Centro Democrático en la corporación, debido a que algunas concejales ya han recibido mermelada. Ellos mismos lo dicen en voz baja…
Vale recordar que el papá de Albert Corredor es Albert Corredor Gómez, presidente del Grupo Empresarial Censa, del cual es decano hace seis años el exalcalde de Medellín Omar Flórez Vélez, nuevo miembro de la junta de EPM. ¿Entendieron?
Lo que se ve, es que el alcalde Daniel Quintero ha jugado bien las cartas políticas con el Centro Democrático, aunque no ha podido consolidar su coalición.