29 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

¡Ah difícil que es en Colombia unir voluntades!

Claudia Posada

Por Claudia Posada  

En 2019 el gobernador de Antioquia en ese entonces, Luis Pérez Gutiérrez, presentó su libro “La verdad sobre Hidroituango-Causas raíz” (algunos meses después del que tituló  ‘Errores constructivos de Hidroituango’) Y en alguno de sus párrafos dice: “Hidroituango es una idea maravillosa, es el proyecto de ingeniería y de energía más grande de todos los tiempos en Colombia. Desafortunadamente, el ejecutor ha resultado falto de rigor y débil en ingeniería de riesgos. El constructor actuó sobrado de confianza e insuficiencia en modelos de riesgos, en un proyecto lleno de incertidumbres que requería prudencia y altísima observancia de los principios más severos de ingeniería de riesgos. La escasez de modestia constructiva hizo pasar esta idea brillante por caminos infernales con consecuencias ambientales y humanas desastrosas. EPM no parece tener conciencia de su altísima responsabilidad como constructor y primer responsable de todos los males que causó y puede causar la obra”.  

Es interesante también recordar que siendo el ingeniero calculista (de los mejores de Colombia), Andrés Uriel Gallego, Secretario de Obras Públicas (ahora Secretaría de Infraestructura) del gobernador Álvaro Uribe Vélez, dieron marcha a este megaproyecto que desde finales de los 60 José Tejada Sáenz, ingeniero visionario (fundador de la empresa INTEGRAL) experto en el campo de obras hidráulicas, ya había presentado como iniciativa que cabía en el  importante potencial hidroeléctrico de Antioquia, al observar la zona Pescadero, en Ituango, bañada por el Cauca. Lo que quizá no pensó en ingeniero Tejada, es que al concretarse la obra que imaginó, los conflictos de orden político afectarían tan gravemente las decisiones que a la vez entrañan trastornos de tipo técnico que en el hoy -como en el antes- tienen en la cuerda floja el futuro  de una obra de semejante magnitud. 

Las discrepancias que enfrentan al alcalde de Medellín, Daniel Quintero, con el gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria, tienen dividida la opinión pública; pero lo más grave son las consecuencias del conflicto entre ellos porque en ese rifirrafe se están decidiendo asuntos de capital importancia, generando incertidumbres de enorme trascendencia.  

Volviendo al libro de Luis Pérez, en algún aparte señala: “Tres decisiones gubernamentales abrieron la puerta que necesitaba el sueño de la futura Central Hidroeléctrica Pescadero – Ituango para convertirse en un proyecto, más allá de los estudios, los planos, las consideraciones y las especulaciones: la asignación de Obligaciones de Energía Firme (OEF), la Declaratoria de Utilidad Pública e Interés Social y la expedición de la Licencia Ambiental. Todo parecía un milagro: un sueño de 40 años se veía como una realidad segura”. Y es que después del arranque e impulso en la administración departamental de Uribe, el megaproyecto había caído en una especie de adormilamiento.   

Pero apareció el fantasma, fue en el 2018: “La tragedia del proyecto Hidroituango, ¡quién lo iba a imaginar! Se inicia con la contratación, en 2011, de la construcción de estos dos primeros túneles, llamados Derecho e Izquierdo. De acuerdo con los informes de interventoría, todo empezó con un contratista incompetente y una EPM muy generosa y blandita con el contratista. (…) El Plan de Aceleración que se inventó a motu proprio EPM saca el proyecto del diseño original y lleva a la obra por caminos no convencionales. EPM, contra los conceptos técnicos, y contra el criterio de sus costosos Asesores, lleva el proyecto por caminos de mayor incertidumbre y empieza a adquirir como constructor la responsabilidad de responder por todos los efectos negativos y adversos por salirse del diseño original”. Esta parte de la historia aciaga de la obra hidroeléctrica más importante del país en este momento, es la más conocida porque la contingencia, con todas las expectativas de riesgos y temores fue seguida minuto a minuto por los medios, las comunidades y los colombianos todos. 

Independiente de quién tenga la razón, para el hoy de Hidroituango, como en el ayer, vale y aplica lo que en el 2019 Luis Pérez escribió: “Cuando se va por caminos equivocados, solo falta humildad para dar la vuelta y buscar caminos de certeza. Todo descalabro deja cicatrices. No obstante, el fracaso es una oportunidad para unir voluntades y empezar de nuevo con más inteligencia y prudencia”.  

¡Ah difícil que es en Colombia unir voluntades! Los egos, la arrogancia, los deseos malsanos de sobresalir arrastrando y hundiendo a los otros, impiden el progreso, limitan las posibilidades y agravan las crisis, sean cuales sean.