
Por Carolina Hoyos Rave* (foto)
La enfermedad por modelantes o Alogenosis Iatrogénica, más conocida como enfermedad por biopolímeros, se produce por la inyección de sustancias no biocompatibles en el cuerpo.
El primer caso fue documentado en 1899, cuando a un médico se le ocurrió inyectar parafina como prótesis testicular posterior a un cáncer.
Y es que, por el interés de buscar el mejoramiento estético del cuerpo, sin necesidad de cirugía, se han utilizado inyecciones de silicona industrial, fórmulas de aceites mixtos y silicona líquida para uso médico, con reacciones inflamatorias que ya hoy son ampliamente conocidas.
Estos intentos por mejorar deformidades o por encontrar la perfección en la apariencia física han tenido preocupantes repercusiones, hasta el punto de convertirse hoy en un grave problema para la salud pública.
La razón es que cualquier sustancia líquida que no se produzca naturalmente en el cuerpo, ni se pueda absorber, causa una reacción granulomatosa (de cuerpo extraño).
Inicialmente, el resultado es espectacular. La piel se ve rejuvenecida, hidratada, mejoran tanto el volumen como la forma de la zona inyectada y desaparecen las arrugas y hasta la celulitis. Y, lo mejor, sin dolor, sin cirugía. Mejor dicho, ¡una maravilla!
¿Quién no quisiera unos glúteos hermosos, en quince minutos y sin gimnasio de por medio?
Pero el problema es que el cuerpo, en su lucha por deshacerse de esta sustancia crea, con el tiempo, una reacción inflamatoria que causa dolor, endurecimiento, cambios en el color y la temperatura de la piel, infecciones y úlceras. El agravante es que el material se desplaza causando deformidades severas e infiltrando tejidos profundos como nervios, articulaciones, el sistema venoso, hígado, riñón y pulmones, donde son imposibles de extraer.
Adicionalmente, existen otros síntomas llamados enfermedad sistémica por adyuvantes, causados por la inflamación crónica, que incluyen dolor en las articulaciones, caída del cabello, dolor muscular, inflamación de los ganglios, similar a un lupus o enfermedad autoinmune. ¡Una verdadera pesadilla!
Lamentablemente, en un principio, no se detecta ningún síntoma, pues los nefastos resultados usualmente se presentan, en promedio, ocho años después de la aplicación.
Los pacientes son casi siempre engañados por las personas inescrupulosas. No les dicen que les van a aplicar biopolímeros sino que los disfrazan como ácido hialurónico, células madre, vitamina C, plasma rico en plaquetas, entre otros, sustancias que sí se pueden inyectar. Todo de apariencia muy natural y orgánica.
Obviamente existen sustancias adecuadas para dar volumen, entre ellas el ácido hialurónico, que sí se absorben con el tiempo. Pero en general solo se usan para la cara porque son costosas: un mililitro puede oscilar entre 500 y 800 mil pesos.
Por lo tanto, la recomendación médica siempre será evitar los biopolímeros. Y si ya los tienen en el cuerpo, lo ideal es extraerlos a la mayor brevedad posible. Mientras
más temprano mejor, ya que el material está «concentrado» y, aunque no se pueda retirar en su totalidad, a menor cantidad menos efectos adversos producirá.
Ayudemos a prevenir la epidemia, compartiendo esta información y buscando atención de calidad.
*Médica y cirujana y cirujana plástica, estética y reconstructiva, de la Universidad de Antioquia; diplomada en Dermatología Oncológica, de la Universidad Cardenal Herrera, de España; y subespecialista en Microcirugía, de la Universidad Autónoma Nacional de México.
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