Ingresaron al ascensor con sus maletines de mano. Ambos empresarios salían de una complicada junta directiva, en la cual se había debatido ampliamente la decisión del Gobierno de modificar algunos puntos de la implementación de los acuerdos con las Farc.
Uno de ellos soltó esta perla: – “La gente de la calle no acaba de entender eso de las Farc haciendo política desde el Congreso, y las disidencias de las Farc disparando en las montañas”.
El otro respondió: – “¿Pero el cuento de Santos y de Humberto De la Calle, no fue que era mejor tenerlos en el Congreso, que en las montañas asesinando?”
– “Pues sí… Como la gente no diferencia, ahí están en el Congreso, y en las montañas asesinando. ¿Por qué los excabecillas de las Farc no han sido capaces de condenar los crímenes de las llamadas “disidencias? ¿Por qué no dicen ni una palabra?”
– “Muy cierto… Por eso no faltan quienes sostienen que las “disidencias” son el partido armado de la Farc…”
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