27 octubre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

A patadas

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Carlos Alberto Ospina

Por Carlos Alberto Ospina M. 

Algo muy profundo pasa en la sustancia espiritual de la gente en la medida que hace carrera la tendencia a responder de manera violenta enfrente de actos de estricto contacto visual o la exagerada manifestación de disgusto a causa de un deficiente servicio. Ni en tiempos de tapabocas que, resta expresividad a la cara, se logra menguar la intolerancia.   

El menosprecio es el punto de partida para agredir a una persona, reclamar en tono destemplado el mal sabor de una comida, entrar a un lugar pavoneándose sin saludar al equipo de trabajo, insultar al conductor que lleva la vía a pesar de que el otro infringe la norma de tránsito y en ese mismo sentido, sobrepasar la fila desconociendo el derecho de los demás.  

Entornos frecuentes como entrar en un ascensor sin respetar el orden de llegada, no pagar el mecato consumido dentro del supermercado, sacudir el trapero por la ventana del piso superior, lanzar la botella de vacía a la vía pública, rayar el vehículo nuevo del vecino antipático, botar el cigarrillo en el jardín contiguo o hacerse el desentendido para no recoger la caca de la mascota; son signos irrefutables de acciones descompuestas e impulsivas que irradian la basura acumulada en el interior de muchos. Varios de estos personajes ‘más papistas que el papa’ sin argumentos de autoridad moral. 

De mala cara por un golpe involuntario con la mochila, el atrevido saqueo de un camión accidentado ignorando el debido auxilio a las víctimas, el llevarse las  mercancías seleccionadas por un tercero, el dañar las verduras frescas a punta de uña suelta, el insultar a grito herido por el objetivo reclamo en el momento de deshonrar las normas de mínima urbanidad, dejar caer la flatulencia en un espacio cerrado o poner a resonar el eructo de la incultura; en cualquier caso, son formas de actuar a lo bestia sin consideración de ninguna naturaleza. 

La válvula de escape de algunos consiste en destruir las zonas verdes y el ornato público en general, maltratar al adulto mayor que cruza la calle en la duración de los años caducados, burlarse de aquel discapacitado visual que tantea el pasamanos del autobús, divulgar fotos íntimas sin autorización y prestarse para escuchar las injurias dirigidas a quien está ausente; ratifican la falta de decencia de unos cuantos. 

Una sociedad que resuelve a las patadas los distintos asuntos cotidianos a base de intimidación, el uso indiscriminado de armas blancas y de fuego; las golpizas y el maltrato sicológico; las prácticas despóticas y la irracionalidad; entre una amplia gama de histerias colectivas, mínimo se encuentra por debajo de la evolución biológica. 

Enfoque crítico – pie de página. “El yo vive el presente con el recuerdo del pasado y la anticipación del futuro, que solo existen en la conciencia que los unifica. Los instantes valen de diferente modo, un momento penetra en otro y queda ligado a él. Es inútil ir a la búsqueda del tiempo perdido: no hay reversibilidad del tiempo.” Henri Bergson. 18 de octubre de 1859 – 4 de enero de 1941. Premio Nobel de Literatura 1927.