24 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

A la clase política no le gusta “juntarse” con la comunidad académica

Claudia Posada

Por Claudia Posada

Es difícil entender que a más de un año de la aparición del virus bautizado Covid-19 no se divulguen masiva y claramente otras indicaciones de prevención que deben acompañar las reconocidas e indispensables medidas que muchos desafortunadamente no atienden: Frecuente lavado de manos, mascarilla adecuada y bien usada, así como la debida distancia de persona a persona. En materia de salud nadie duda de cómo es de valioso recordar y actuar en consecuencia según el dicho: “Más vale prevenir que lamentar”. En Colombia estamos lamentando que, por la pandemia, se han perdido más de cincuenta mil vidas. Y ni para qué mencionar la cifra de contagios pues cada 24 horas sube aterradoramente. Tal vez tampoco no nos han hecho saber ampliamente en qué condiciones, en cuanto al nivel de las defensas de cada persona, debemos enfrentar la agresión del virus; referenciemos aquí lo demostrado por los más grandes ajedrecistas de todos los tiempos: “Al contrincante se le vence con la profilaxis del ajedrez”. Necesitamos oír mucho más sobre tratamientos preventivos y particularmente estar atentos a los métodos profilácticos de los que han averiguado científicamente cómo se le puede salir adelante al enemigo.  

Arriesgarnos a contradecir las mínimas recomendaciones, es desafiar la muerte; o cuando menos, es insólito ignorar las terribles experiencias de miles en el mundo que no murieron en una UCI, en su casa, o camino a la clínica, pero que padecen hoy los males derivados del contagio superado en los servicios de salud, pues les ha dejado graves secuelas. Aumentar camas UCI; dar informes diarios de cómo van las alarmantes estadísticas; pedir refuerzos para alivianar la carga física y emocional del personal al servicio de los pacientes que están siendo atendidos por las manifestaciones agresivas del contagio; llevar a cabo investigaciones en torno a la tecnología, las vacunas, la medicación y efectividad de los tratamientos en estudio o aplicados; son aspectos de suma importancia e indiscutiblemente imperativos.  ¿Pero qué hay de lo relativo a los tratamientos profilácticos? ¿Por qué los medios de comunicación serios y masivos no hablan profusamente sobre las condiciones de los individuos para atenuar los efectos de un muy posible contagio? Tal vez sus fuentes oficiales se estén excediendo en permisividad con los mercaderes de la salud, así que encubren la realidad.  

¿Qué datos de relevancia han sacado en Medellín los funcionarios nombrados el año pasado para constituirse en una especie de observadores de la realidad Covid-19 en cada comuna y corregimiento? No hemos oído nada al respecto; esperábamos aportes de estos señores en materia socio-económica, sociológica y desde luego aplicada específicamente y focalizada para evaluar el comportamiento del virus; pero, sobre todo, aprovechada como insumo valioso para los análisis que muy seguramente podrían hacer los que sí saben qué hacer con esa información. A la clase política no le gusta “juntarse” con la academia.  

Gracias a interesantes espacios en medios alternativos, a los que son invitados representantes de la comunidad médica y científica en nuestro medio, hemos podido enterarnos de investigaciones relacionadas con  las medidas y tratamientos profilácticos para la detención de la pandemia actual; y aunque han sido bastante cautelosos en sus presentaciones, podemos colegir que, tal cual lo plantea en sus publicacionesMédicos Sin Fronteras (MSF), son evidentes los intereses comerciales de las farmacéuticas, por encima de la responsabilidad con la salud pública. Y no es un problema en Colombia solamente, es en el mundo; las excepciones son pocas, pero afortunadas.   

Es inadmisible que entre nosotros tengamos colombianos de distintas profesiones, estudiosos consagrados a la investigación, verdaderos científicos, a quienes el INVIMA ha ignorado. Se lee en publicaciones muy importante de MSF lo siguiente: “Dado que las corporaciones farmacéuticas siguen con su enfoque habitual a pesar de la pandemia, los países deben utilizar todas las herramientas disponibles para asegurar que los productos médicos para hacer frente al COVID-19 sean accesibles y asequibles para todos aquellos que los necesiten”, afirma el Dr. Sidney Wong, codirector ejecutivo de la Campaña de Acceso de MSF”. Lo anterior se ha dicho de meses atrás, al igual que lo hemos oído de la comunidad médica colombiana en distintos escenarios.  

La campaña “NO a las patentes. Una pandemia no es un negocio” expone en sus argumentos ante la Organización Mundial del Comercio que, “La exención de propiedad intelectual permitiría a todos los países no otorgar ni hacer cumplir las patentes y otras medidas de propiedad intelectual en medicamentos, vacunas, pruebas de diagnóstico y otras tecnologías de COVID-19 mientras dura la pandemia, hasta que se logre la inmunidad de grupo mundial. Esta medida se remonta a la epidemia del VIH/sida, hace 20 años, cuando los medicamentos genéricos asequibles contra el VIH, fabricados en países donde las patentes no bloquearon su producción, fueron decisivos para comenzar a salvar la vida de millones de personas”. 

¿Qué será lo que pasa en el INVIMA? ¿Por qué son desatendidos allí los avances investigativos de los científicos colombianos? Definitivamente, a la clase política no le gusta “juntarse” con la academia.