El resultado de las elecciones en Argentina a más de cortar de un tajo el cansado estilo peronista que con algunas interrupciones gobernó al país durante 80 años, enfrenta a una nación que jugó y exprimió los mitos hasta lo último.
figuras femeninas, por ejemplo, alumbraron el camino de Perón primero con Evita, la mítica dirigente social muerta de cáncer en pleno ejercicio de su poder inigualable de convocatoria. Después con la Martínez, la segunda mujer de Perón, quien pese a su ineptitud la llevaron a ser presidente y últimamente con Cristina Fernández, la viuda del presidente Kirtchner, que ha manejado a su antojo y sin vergüenza alguna la tenue línea entre los negocios familiares y la plata del estado ejerciendo de presidente un largo y de vicepresidente durante este cuatrenio. A ella se le atribuye la gran derrota sufrida por Massa, ya fuese por acción u omisión.
Pero lo significativo es que Milei, el ganador, a más de tener un peinado de nido de cigüeña y ser llamado en coros y decires como “Peluca”, no había exhibido ninguna mujer a su lado hasta las elecciones primarias cuando sus asesores le recomendaron aparecer en relación afectiva con una imitadora, la actriz Fátima Flórez. Sin embargo, su campaña, sus ideas dispares y sus estrepitosas salidas, motosierra en mano para simbolizar el cambio que prometía, fueron todas milimétricamente medidas y calculadas por su hermana Karina, “la jefe”.
De la misma manera ella, actuando como emperatriz china sin trono, manejó adhesiones y organizó cuadros acaso con el idéntico estilo con que Evita y Cristina lo hicieron en sus momentos.
No se sabe entonces si Argentina entra en la misma película de toda la vida, con una mujer dirigiendo el ímpetu verdadero del gobierno, mitificando cada gesto del presidente o dejándose meter en la crisis económica que los agobia aferrándose a la loca carrera de Milei, así le arranquen los pelos a su peluca.

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