
Por Gabriel Zapata Correa
Una enorme bocanada de aire de tranquilidad recibimos los antioqueños y medellinenses cuando conocimos los resultados electorales el domingo en la noche, que nos daban como nuevo gobernador de Antioquia al aspirante Andrés Julián Rendón y como alcalde de Medellín, al candidato Federico Gutiérrez.
El frío dato no sería tan relevante, si los números no fueran absolutamente arrolladores. Porque Rendón, del Centro Democrático, logró algo más de 944 mil votos, casi un millón, de la mano de quien lo escogió como fórmula, Federico Gutiérrez, el director del Partido Creemos, y quien prácticamente lo hizo gobernador con los votos que le endosó, pues él llegó a la mágica e increíble suma de 687 mil votos. Una cifra récord e histórica en Medellín, que solo logra un hombre como Fico, el nuevo líder político de Antioquia.
Pero detrás de estas cifras hay un sentimiento regional, que se traduce en una expresión de rabia y dolor nacional por lo que está pasando en el país. Y esta expresión manifestada masivamente en las urnas, no es más que el rechazo a un gobierno dañino, que tiene toda la intención de atacar a Antioquia y a sus habitantes, porque en las pasadas elecciones presidenciales le expresaron su voto de repudio a sus fracasadas propuestas de gobierno, como lo estamos viviendo ahora.
Y el otro frente de expresión es contra el exalcalde Daniel Quintero, quien nos deja una ciudad acabada, abandonada, llevada del diablo, mientras él disfrazaba su discurso con mentiras y engaños. Los medellinenses nos tiramos a las calles al domingo a decirle a este individuo “fuera”, “no más engaños”, “no más corrupción”, “fuera”.
Y Federico Gutiérrez se erigió como el líder que representaba todo lo contrario de la idea que nos quiso imponer siempre Daniel Quintero hasta el último minuto, tratando de convencernos de su transparencia, decencia y honradez, virtudes que jamás pudo exhibir, ni él, ni quienes lo han acompañado durante su nefasto y desastroso gobierno, pesadilla que gracias a Dios está a punto de terminar.
La moñona del domingo implica también la tranquilidad para Antioquia, porque el riesgo de que no ganara en las urnas Andrés Julián Rendón, significaba el triunfo del Gobierno de Petro, quien ya comenzó a sacar las uñas contra el Departamento con el recorte de raíz de la financiación de las 4G. Ese miedo que le tenemos al gobierno de Petro quedó demostrado en las urnas el domingo, eligiendo a un hombre honrado, transparente, decidido, serio y que quiere a Antioquia. Andrés Julián es una garantía de cumplimiento.
Tanto el nuevo alcalde Federico Gutiérrez, como el mandatario Andrés Julián Rendón ya fueron muy claros en sus planteamientos. El Gobierno del presidente Petro debe entender que Antioquia le acaba de enviar un mensaje con relación a como viene manejando el país, en el sentido de que las regiones no se pueden despreciar en beneficio de su ideología sectaria y de su activismo radical, como por ejemplo su Paz Total, que le ha permitido a las bandas criminales asumir el control de los territorios.
Si al presidente Petro no le valieron las marchas ni las protestas pacíficas y decentes, muy diferentes a las que él convocaba para meternos miedo y terror con su Primera Línea, ahí tiene la expresión más respetable de la democracia: el rechazo a sus políticas con el voto. ¿Qué más quiere?
El otro aspecto de esta victoria de Rendón y Fico, es que tenemos en ellos a dos líderes que van a trabajar unidos por los intereses de Antioquia y de Medellín, de la mano de los empresarios, de la academia, de toda la comunidad, de todos los dirigentes de todos los colores., sin intereses personalistas, y que van a acabar con todo vestigio de odio y de corrupción que nos han dejado Quintero y sus compinches en la ciudad.
Nos llenamos de alegría diciendo que Antioquia y Medellín quedaron en las mejores manos.
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