
Por Ramón Elejalde Arbelaéz
Define un famoso portal en internet el matrimonio de conveniencia como “aquel casamiento fraudulento que se produce fundamentalmente para obtener beneficios jurídicos, económicos o sociales, sin que exista un vínculo sentimental intenso entre los contrayentes. También recibe el nombre de matrimonio blanco” y yo agregaría, para el caso que nos ocupa, que se trata de un matrimonio no fraudulento, para obtener beneficios políticos.
Eso es lo que ha sucedido en la política antioqueña con el pacto que esta semana que termina suscribieron la social democracia de Eugenio Prieto Soto y la derecha del doctor Álvaro Uribe Vélez para buscar entre Prieto y Andrés Julián Rendón un solo candidato para la Gobernación de Antioquia. Quienes han puesto en duda que es difícil juntar el agua con el aceite, aquí tienen una prueba que nada es imposible y menos en política, salvo que la postura ideológica de alguno de los dos pactantes haya sido una mentira sostenida en público durante muchos años, simplemente para obtener réditos políticos y administrativos. Difícil creer en ese casorio y más difícil concebir que la militancia de uno y otro movimiento se sumen al ganador de las encuestas. No será fácil decirle a los que militaban en la social democracia de Prieto que deben unirse al derechista de Rendón o a los de Rendón que ya la “social-bacanería”, término peyorativo de los uribistas para referirse a los liberales progresistas, debe acompañar al candidato del Doctor Álvaro Uribe Vélez. Los matrimonios de conveniencia pueden resultar muy útiles para los contrayentes, pero no para los familiares y amigos de los esposos.
Acompañé a Prieto Soto en varios certámenes electorales convencido de su apego y respeto por las ideas liberales, hoy él y su partido me tienen profundamente decepcionado. Eso sí, yo sigo creyendo en las ideas liberales, ya retirado de los ajetreos políticos en forma definitiva y seria. Tengo de Eugenio Prieto un alto concepto como persona de bien, pero de sus ideales políticos me vengo alejando a posiciones diametralmente opuestas. No conozco al candidato Andrés Julián Rendón y por lo tanto no hago sobre él, calificación alguna. Bien conocidas son las ideas del Centro Democrático, que muy distantes están de las mías. Respeto esas posiciones y siempre he pedido respeto por las mías. Estamos harto distantes en muchos aspectos sociales y económicos y presumía que Eugenio Prieto me acompañaba en esta lejanía ideológica del Centro Democrático.
En política existen obvias uniones o entendimientos. Nadie discutiría un acuerdo entre el Centro Democrático y el partido Conservador, o entre Luis Pérez y Mauricio Tobón, o entre Julián Bedoya y Esteban Restrepo, o entre Eugenio Prieto y Luis Fernando Suárez. Definitivamente la política es el arte de lo imposible.
Sinceramente que he sufrido mucho por mi amigo Carlos Mario Mejía (cariñosamente llamado El Flaco), con todos estos eventos de su equipo político. El Flaco pasó de liberal-petrista a simplemente liberal y ahora le toca otra voltereta, de liberal a liberal-uribista. No quiero estar en su pellejo y más en el pellejo de su ortopedista, pues esos movimientos tan bruscos deben tenerlo lesionado gravemente.
Esperemos el resultado de las urnas, éstos nos dirán las nuevas realidades políticas de Antioquia. ¡Ah! y espero que mis amigos Prieto y Mejía no se mortifiquen con mi escrito.
Más historias
Gardeazábal, un papagayo y su violín
Crónica # 1228 del maestro Gardeazábal: Entre palmas y samanes
“Colombia no elige emperadores ni mesías”