El tema del populismo reclama la atención del pensamiento político desde hace unas décadas en que éste se ha ido camaleonizando bajo diferentes retóricas, aprovechándose del vacío ético creado por la debilidad de los llamados Partidos tradicionales, del descrédito de los políticos, un vacío de contenidos democráticos llenado ruidosamente con muchas de las consignas y las estrategias de movilización arrebatadas a la izquierda histórica, la cual, burocratizada, terminó por olvidarse de la defensa de ese pueblo al cual invocaron para enarbolar las banderas de la “revolución”, esa clase obrera que terminó por ser convertida en un slogan publicitario para esconder su traición, y continúan siendo, sin embargo, el pueblo, las etnias olvidadas, manipuladas hoy por otros intereses. Cabe entonces preguntarse ¿A quién representa el populismo de los Sindicatos, un grupo de privilegiados personajes que como en el caso de Colombia fueron incapaces de defender los contenidos históricos de la clase obrera y solamente se han valido del populismo para chantajear en beneficio propio a los gobiernos de turno? Fue Marx quien advirtió de los peligros que entrañaba para los intereses del proletariado estas dirigencias sindicalistas. Estos mismos peligros los señaló respecto a la trampa mortal que para su imagen del revolucionario supone el burguesamiento que conlleva la llamada vida parlamentaria. Sigo con mi indagatoria ¿Cómo auto autocalificarse entonces como representantes del pueblo si nunca han sido capaces de definir unos nuevos contenidos que “ya no serán revolucionarios”? (Lea la columna).
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