@eljodario
Nuestro paÃs se está acercando por todos los puntos de su estructura a un comportamiento esquizoide. Tenemos a un director Nacional de la PolicÃa enfrentado a los niños, estigmatizándoles su fiesta anual del Halloween como pecaminosa y dañina.
Tenemos a unos congresistas asustados saliendo despavoridos del recinto porque en las barras del Capitolio están velando un muñeco de trapo.
Tenemos a una ministra de Minas que cree en las teorÃas danesas que la tierra no puede herirse y como tal no se le pueden extraer minerales para procesar o utilizar.
Tenemos a un presidente convencido que su gran hazaña es acabar con la empresa más importante del paÃs, Ecopetrol, prohibiéndole su oficio fundamental que es el de explorar y explotar yacimientos de hidrocarburos.
Como a los esquizoides no nos importa, nadie recuerda que cuando fue alcalde de Bogotá hizo lo mismo con la recolección de las basuras.
Al tiempo, la PolicÃa parece haber bajado la guardia en los oficios que tradicionalmente le correspondÃan. Los atracos, los raponeos y los sicariatos abundan por doquier y la mÃnima guardia policial no está ni en los peajes de las carreteras evitando que unos hinchas del futbol se trepen y bajen de la carga de una tractomula para asaltar la caseta del peaje.
Y como entre loquitos nos sabemos cuidar, no aparecieron por parte alguna los policÃas de carreteras para comunicarse con el próximo peaje y detener a las tambochas ladronas. Y como lo que se necesita es que baje el precio de las acciones y de los bonos de Ecopetrol, y que el dólar se desboque y la inflación nos carcoma, el presidente continúa lanzando twitters cual si fuera todavÃa candidato, proponiendo barrabasadas económicas que hacen subir 500 pesos el dólar en un solo dÃa y siembran el pánico en todas las escalas sociales de la población.

Entretanto se exagera la valoración positiva por los ciudadanos que aplican la justicia por su propia mano, como el caso del que mató, grabado por las cámaras de seguridad, al atracador en moto que se la aproxima a la ventanilla. Nada empero nos sorprende porque a los locos lo menos que nos asusta es la locura.
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