
Por Jaime Agudelo Escobar
Profesor Escuela de Idiomas U de A. Magister en lenguas extranjeras y Doctorando en educación.
232 días, así, con ese título, un tanto enigmático, Francisco Pulgarín Hernández ha escrito un libro conmovedor.
A medio camino entre la poesía, el diario y el cuento, Pulgarín Hernández ha construido el relato de lo que él mismo denomina su viaje al infierno, un viaje que atravesó de la mano de su madre, Edilma. Y lo hace encontrando en el pozo de su desasosiego las palabras precisas, nada parece sobrar en estos fragmentos que van dando cuenta del dolor y de la enfermedad sin caer nunca en la sensiblería o en la palabra fácil.
Sería injusto clasificar este libro solo en el género de la literatura de duelo, al cual de hecho pertenece y la injusticia radica en que cada fragmento, si bien es producto de la meditación, del amor por su madre, del avance ominoso de la enfermedad también lo es de mirar con perplejidad los problemas esenciales de la existencia, la pérdida del mundo de la infancia, los amores inconclusos que nos rondan, en fin, el paso del tiempo y lo que perdemos en el camino.
Es fácil verse reflejado en este libro, publicado por la Editorial del Ces, es fácil conmoverse con la vivencia del autor que sin pudores descorre el velo de su intimidad para mostrarnos sus heridas, pero también la manera en que intenta sanarlas.
No recuerdo un libro de este estilo en la literatura colombiana, tan proclive a hablar y regodearse en la violencia y en nuestro conflicto, ni siquiera los que hablan del duelo se le acercan en su tratamiento.
Este libro único, es deudor de otros como Ordesa o El año del pensamiento mágico, pero encuentra su propio camino y no dudo está llamado a convertirse en un referente para todos aquellos que quieran visitar este tema.
Lo que Francisco nos entrega no es un libro sino las piezas de un rompecabezas hechas de pequeños episodios llenos de dolor. Mientras lo leemos vamos armándolo y al final de la lectura terminamos un poco devastados como él, quizá sin aliento, pero reconfortados porque hemos encontrado la figura que las fichas escondían: un inmenso corazón que se aferra al de su madre y late, un corazón que, gracias al milagro de la poesía, lo sabemos ya, es el nuestro propio. (Foto Francisco).
232 días, es un homenaje sincero a la madre del autor y todas aquellas mujeres y hombres que han luchado contra el cáncer, pero también es literatura de calidad, de esa que todos deberíamos leer. (Portada 232).
Desde la próxima semana se podrá conseguir en librerías. Y en su lanzamiento en la Fiesta del Libro el autor conversará con el maestro Víctor Gaviria, el próximos domingo 11 de septiembre en el salón Restrepo del Jardín Botánico. Todos invitados.

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