Como usted ya está aburrido con semejantes idioteces, apela al control y acaba de descontrolarse cuando encuentra a unos fornidos y unas llamativas hembras, empeñadas en dislocarse la columna haciendo malabares y contorsiones, que de tanto repetidas una y otra vez, día a día y año por año, ya no entusiasman ni a los productores.
Todo lo anterior en medio de los más insulsos e insípidos diálogos que pretenden ser muestra de agudeza e inteligencia, y no pasan de convertirse en parrafadas estúpidas.
Y usted paciente televidente, vuelve a utilizar el control y cambia de canal, se encuentra con otro espacio igual de bodrio, donde la única diferencia es la vestimenta, cada vez más estrafalaria y con protagonistas y “animadores” que no se cansan de hacer el ridículo.
Definitivamente a la televisión colombiana entre seis de la tarde y diez de la noche, solo la salva la bella María Lucía.
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