30 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Democracia e indiferentes políticos

Dario Ruiz

Darío Ruiz Gómez 

La llamada “superioridad moral de la izquierda” que durante más de una década imperó afirmando que los únicos inteligentes, los dueños del futuro eran aquellos(as) que se autoproclamaban de izquierda radical ha tocado a su fin por una sencilla razón: se les acabó la carreta mediante la cual se mostraron arrogantemente como seres superiores, como inmaculados mesías de una “revolución inevitable”. 

¿Dónde están sus textos, sus reformas agrarias, su arquitectura? Lo que carece de asidero en la realidad se vuelve fraseología hueca y finalmente un cliché o sea un lugar común en el lenguaje: ”Patria unida jamás será vencida”, “Caerá el neoliberalismo”, “Fustigaremos a la burguesía”. 

Paradójicamente Trump saluda con el puño en alto  y ha fundamentado su base electoral en la clase obrera, en los nuevos pobres que la izquierda abandonó  para convertirse en “élite intelectual”.  

La fábrica de mentiras políticas, lo sigo repitiendo, termina degradando el lenguaje. En Colombia nuestra  izquierda anémica le hizo creer a estudiantes, clases medias y altas que solamente su cerrada intransigencia constituía per se una demostración de conocimiento y que por lo tanto no había grandes pensadores  de Derecha, hasta que hoy esta mentira  ha mostrado su falacia: ¿Dónde están nuestros grandes pensadores de izquierda que puedan equipararse a la grandeza de un pensador de derechas como Nicolás Gómez Dávila? ¿Qué periodismo puede salir de aquel que hoy se dedica a fabricar noticias falsas, fake news, es decir a falsear la verdad de los hechos, desinformar y ponerse a órdenes del mejor postor? Miriam Revault  D´Allones es una pensadora francesa que ha hecho una serie de reflexiones muy importantes  al respecto: ”En la democracia prima la pluralidad de opiniones pero la exigencia fundamental es que este debate es legítimo solo si se apoya sobre los hechos”. 

 El intento de calificar como “masacres” el asesinato de jóvenes, de campesinos a manos de las bandas del narcotráfico terminó como era de esperar cuando ante el asesinato de siete soldados cuya muerte no podía ser explotada políticamente por estos fake news mostró hasta donde se ha degradado el lenguaje de estos intelectuales e informadores que – recibiendo órdenes- tergiversaron estas tragedias a sabiendas  de que estaban mintiendo. 

“Lo que creo es que ahora la multiplicación de las opiniones, de los discursos que consideran que no importa que un hecho sea verdadero o falso introducen algo nuevo que no es la mentira política tradicional y ahí surge un régimen de indiferencia a la verdad”  

Ningún enemigo más pernicioso para la Democracia que la indiferencia de los ilustrados(as) ya que al rehuir su responsabilidad ante las agresiones a la verdad finalmente terminan por volverse cómplices de la catástrofe que nos espera. Con este método de disfrazada difamación para el contrario político lo que se logra es relativizar a conveniencia la verdad de los hechos para tratar de convencernos de que el mal no existe y por más que seamos testigos de los hechos el fake news nos dice que solamente es verdad lo que esa mentira nos impone. 

De que Timochenko, Cepeda Cristo y Santos se reunieron a media noche a jugar parqués o que los niños huyeron de sus casas para buscar calor en los brazos de Lozada o la Sandino. Por eso la posverdad es una invención del mundo de los satisfechos, del poder de los nuevos poderosos, capaz de arrojar el debido manto de silencio sobre los 17.OOO niños reclutados, muchos fusilados por las FARC, de convertir las masacres de Pablito en meras noticias de consumo de información.  

Abrir los ojos sería romper con esta mentira y lúcidamente como sociedad libre enfrentar los simulacros de una justicia enajenada y escuchar la verdadera justicia, abandonar el recinto de la impostura. 

¿Nunca Iván Cepeda estuvo en los campamentos de las FARC?