28 diciembre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Baba espesa

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Carlos Alberto Ospina

Por Carlos Alberto Ospina M. 

El guerrillero de la Casa de Nariño está haciendo todo el esfuerzo posible para quedarse en el poder. Experto en el ejercicio del ilusionismo político, agita la mano izquierda con consignas morales, a la par que la garra derecha esconde los errores debajo de la mesa, las improvisaciones y los múltiples escándalos de corrupción. No se trata de una percepción aislada ni una exageración de opositor iracundo, puesto que es un patrón cotidiano de parte del drogodependiente.

La mentira expuesta en postiza alocuciones presidenciales, el engaño discursivo, la mala fe administrativa, las cortinas de humo permanentes, el desgreño institucional, la ineptitud operativa y la invitación insistente al odio de clases se han convertido en el método preferido de quien carece de aptitud legal para mandar.

Es común observar la narrativa a través de X en el que cada crisis es respondida con un trino, las faltas propias son adjudicadas a un enemigo inventado y los escándalos contestados con acusaciones moralizantes contra ‘las élites’, los ricos o los medios de comunicación que no tragan entero. La política pública ha sido relegada a un segundo plano, porque siempre se busca tener la razón en el debate ideológico.

Por ejemplo, el escándalo de las chuzadas a la niñera del hijo de la entonces jefa de gabinete, Laura Sarabia, no fue una invención mediática. Hubo audios, investigaciones judiciales, renuncias, un supuesto suicidio y una crisis institucional en 2023. El despacho presidencial optó por minimizar los hechos, victimizarse y convertir el abuso de autoridad en un ataque orquestado por la oposición. La verdad nunca fue una prioridad; la lealtad personal, sí. Otro botón de muestra, el posicionamiento del solapado Armando Benedetti.

El caso de podredumbre en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo (UNGRD) destapó varios contratos inflados y la compra irregular de carrotanques que condujeron a la prisión de los exministros de Hacienda Ricardo Bonilla y del Interior Luis Fernando Velasco.  También los expresidentes del Senado Iván Name y la Cámara de representantes Andrés Calle terminaron encarcelados. Buena parte del entramado de corrupción se diseñó para comprar votos favorables a los proyectos del gobierno presentados ante el Congreso de la república. ¿Cuándo va a caer el jefe de ese clan mafioso?, ¿permanecerán sigilosos los chivos expiatorios hasta que los manden a matar? ¡Ojo! Asesinaron al precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay. El manual es claro: negar, desviar la atención e incrementar la polarización.

La reforma a la salud aumentó la incertidumbre en el sistema, las intervenciones improvisadas a EPS, la muerte de pacientes trasplantados y el desabastecimiento de medicamentos. Es el colmo que el mitómano Petro diga con sonrisa cínica que ‘vamos bien’, siendo el representante del régimen de la muerte más infame del presente siglo.

Este sujeto de baba espesa no gobierna para un país plural, sino para una base a la que alimenta a punta de resentimiento, la misma que considera moralmente inferior. Su raciocinio fundamental es para qué decirle la verdad. Cualquiera que discrepe es señalado como enemigo del pueblo.

Administrar una nación exige rigor, disciplina y respeto por la veracidad. En ese sentido, el balance es desalentador. Cuando el poder se ejerce a partir del engaño, el problema no es ideológico, es democrático.

¡Ojalá! más pronto que tarde haya un juicio penal y una condena judicial para un individuo sin argumento de autoridad ni entereza moral.