Por Oscar Domínguez
La creación del buñuelo es una de las pocas amnesias que tuvo Dios. No le alcanzaron los siete días que se dio para inventar el mundo. Los buñuelos nacieron mucho después, cuando a las abuelas les dio por amasar la felicidad. Si Eva nació de una falsa costilla de Adán, los buñuelos nacieron de una costilla verdadera de la alegría decembrina.
El buñuelo nace, crece, se reproduce y nos lo comemos especialmente en navidad.
Claro que ya se vende en cualquier época. Pero los que tienen el discreto encanto decembrino siempre sabrán mejor.
En diciembre se da un matrimonio por convención y por convicción entre el buñuelo y la natilla. Cuando a la natilla y al buñuelo se les alborota el erotismo les da por hacer buñuelitos. No importa que el buñuelo siempre haya tenido mejor prensa que la natilla. Ésta va pegada al prestigio de aquel. Se respetan los espacios. En el futuro de todo buñuelo siempre habrá una deliciosa natilla.
El villancico pone la música de fondo de navidad. En esta época, en vez de un nudo, se nos hace un buñuelo en el alma. Regalar buñuelos es una forma de desearle la paz al prójimo. Antes era un ritual enviarles natilla y buñuelos a los vecinos: que misiá Consiáfira, que mi amá, que le manda estos buñuelitos con natilla, que feliz navidad y que devuelva la coca.
Buñuelo y natilla van siempre juntos como don Quijote y Dulcinea, Tarzán y Jane, Narda y Mandrake, Diana y El Fantasma. La coalición buñuelos-natilla es un frente nacional gastronómico que jamás prescribe.
En navidad, tierra prometida del buñuelo, perdíamos la virginidad teológica cuando el carasucia genio de la cuadra descubría que el Niño Dios era el mismo que llevaba el mercado a la casa. Difícil asimilar la rebajona anímica que suponía cambiar al Niño Dios por nuestro papá en paños menores.
Diciembre tiene la cintura de los buñuelos. Diciembre y buñuelos son parientes cercanos en el árbol genealógico. El buñuelo tiene la cintura de las gordas de Botero que empiezan en alguna parte y no terminan en ninguna.
Mientras haya buñuelos habrá alegría. El buñuelo desarma los espíritus. Nadie podría disparar un arma con un buñuelo en la mano. Volvamos el mundo un buñuelo. Deberíamos vivir en estado de buñuelo perpetuo. Y como dice la propaganda: Buñuelos días.

Pie de foto: Navidad en una casa campesina en San Rafael, La Ceja, Antioquia.


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