@eljodario
En Colombia hay ya más de 100 aspirantes a ser candidatos presidenciales en firme. Dado el absurdo régimen electoral colombiano y, sobre todo la destrucción de los partidos polÃticos como tales, la ley obliga (y permite) que los candidatos tengan un aval de alguno de los treinta y pico partidos reconocidos por el Consejo Nacional Electoral o que en su defecto hayan recogido unos cuantos miles de firmas.
El resultado es como para una novela distópica. Como en la práctica los partidos polÃticos fueron reemplazados por los contratistas y ellos, agrupados o no en cooperativas fantasmagóricas, manejan la marcha del estado en todos los niveles, la batalla ahora es por conseguir un disfraz de miembro de partidos polÃticos inexistentes en la práctica, pero leguleyamente representados ante la RegistradurÃa Nacional.
Tal exceso y tan grotesca evidencia carnavalesca ha llevado a que crezca otro fenómeno, el de la polarización al lado de Petro, que no quiere perder el poder, o al lado de Uribe, que quiere reconquistarlo. Y nada más. Los demás es pura parafernalia. Pero como se ha convertido en un problema deberÃa buscársele una solución a la colombiana, como se inventaron en su momento el Frente Nacional.
¿Que tal entonces si el Congreso de la República atribuyéndose el poder constitucional que le da el ser representante del constituyente primario, el pueblo, como lo llama Petro, logra en un gran acuerdo nacional, pasar una ley suspendiendo temporalmente el mandato constitucional de las exigencias para ser elegido o reelegido y le facilitan al paÃs que de una vez por todas decida directamente en las urnas entre Uribe y Petro? Que es inconstitucional gritarán los unos. Que es una salida genial dirán los otros, pero desata el nudo gordiano en donde estamos patinando.
No lo sé, pero lo que sà sé es que si el Congreso no lo hace, a Petro y a sus asesores mágicos les puede dar por deformar esos artÃculos de la Constitución por decreto. Â
Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.


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