
Por Gabriel Zapata Correa
Al mejor estilo de su dilecto fallecido Hugo Chávez o de su vecino amigo el sátrapa Nicolás Maduro de Venezuela, el autoritario presidente Petro ha aprovechado la difícil coyuntura que vive Colombia por la descertificación, para desahogar todo su odio contra Estados Unidos, su presidente Donald Trump y el secretario del Departamento de Estado, Marcos Rubio. A este último lo calificó de aliado de los paramilitares.
Aquí no se trata de defender los intereses del país y de todos los colombianos, ni de mirar las consecuencias que nos pueden caer si el Gobierno de Trump decide ponerle dientes a la descertificación, endureciendo, por ejemplo, los aranceles, sino de predicar sus posiciones personales que no representan necesariamente las de quienes votaron por él. Porque Petro se siente un Nicolás Maduro o un Daniel Ortega para imponer sus criterios.
Contra todas las evidencias de los más serios organismos investigativos de Estados Unidos y de varios países de Europa, nuestro dictadorzuelo se atreve a negar la existencia del Cartel de los Soles en Venezuela, por el simple hecho de ejercer el triste papel de defensor de oficio de su entrañable amigo Nicolás Maduro, a quien Petro implícitamente ha legitimado, contra las posiciones más sólidas de las democracias más serias y respetables del mundo que rechazan la forma como se robó las elecciones.
La posición subjetiva de Petro sobre la descertificación de Colombia lo lleva a alterar su temperamento, perdiendo la brújula de que es el primer mandatario de los colombianos, y soltó frases como estas: “No los necesitamos (a Estados Unidos)”, dijo Petro mientras explicaba sin mayores detalles que, según él, con el presupuesto nacional se podía empezar a trabajar en armamento y tecnología militar propia.
Pero lo que es más grave, es que Petro asumió el papel de un activista cualquiera para decir lo siguiente del presidente de Estados Unidos: Trump tiene “amistades de las mafias de la Florida y sus voceros políticos latinos” y dirigiéndose a él cerró molesto su discurso: “(…) a mí no me amenace, aquí lo espero si quiere, no acepto invasiones, no acepto misiles, no acepto asesinatos; acepto inteligencia, vengan aquí a hablar con inteligencia, y lo recibimos y hablamos de tú a tú y con cifras reales, no con mentiras”.
¿Pero cuáles cifras reales? Petro se refirió al aumento sostenido del número de hectáreas de cultivos de hoja de coca en Colombia, pero miró a otros gobiernos: “Miren lo que pasa en el año 2022. Todavía no soy el presidente. Yo llego hasta el mes de agosto y empiezo a ver la realidad en octubre, año de Duque, crecen los cultivos de hoja de coca 13% y eso arroja una mayor cantidad. Último año de Duque, su amigo, doctor Trump: 230.000 hectáreas”.
Según el diario El Colombiano, “expertos y analistas más prudentes señalan una proyección para 2024 de 275.000 hectáreas, es decir un aumento aproximado de 45.000 hectáreas en dos años; los observadores más crudos, en cambio, pronostican que el país ya habría superado las 300.000 hectáreas bajo este Gobierno”. Y este último dato es oficial del Gobierno de Trump.
¿Entonces podemos tapar el sol con un dedo de la mano? ¿Puede Petro lavarse las manos con Trump cuando las cifras reales, las verdaderas sin manipuleo político, desnudan su incapacidad para afrontar el problema? ¿O será el camino más adecuado o facilista salirse con el cuento de “gringos periqueros” que trabajar en el mismo camino de la mano de Estados Unidos?
La verdad es que la descertificación nos la ganamos, incluso, como lo dice el Gobierno Trump, porque la Paz Total le sirvió en bandeja los territorios a las bandas criminales de traqueos para que fortalezcan el negocio del narcotráfico.
Pero seamos francos y realistas. Petro sabe evadir la realidad y eludir responsabilidades. Cuando la opinión pública estaba centrada en cómo en este Gobierno se disparó la siembra de coca y la producción de cocaína, Petro cambió la agenda de la conversación con su famosa frase sobre el clítoris: “Una mujer libre hace lo que quiera con su clítoris y con su cerebro, y si sabe acompasarlo, será una gran mujer”. Y aquí el debate cambió de rumbo. Porque Petro sabe poner su agenda y los más triste es que los medios de comunicación le marchan a su ritmo.
No nos podemos dejar distraer de la lamentable realidad que estamos viviendo. Los territorios están en manos de las bandas criminales de traquetos y el presidente Petro haciéndoles el juego para que sigan engordando el negocio de la coca a sus anchas, mientras él nos quiere hacer creer el cuento de que Trump es quien tiene la culpa.
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