26 octubre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Los Susurros de Kico Becerra

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Francisco Becerra

Por Francisco Becerra

Reforma tributaria sin tijeras: la dieta del elefante que quiere más postre.

El Gobierno volvió con su cantaleta de la reforma tributaria. Otra vez la misma historia: Que no alcanza la plata, que hay que “ajustar las finanzas”, que es por el bien de la patria. Pero la verdad es que, mientras no recorten el gasto público, esta reforma es como mandar al elefante obeso del Estado a hacer dieta… ¡pero con dos bandejas de postre adicionales en la mesa!

Porque no nos digamos mentiras: El problema no es que falte plata, el problema es que sobra gasto. La burocracia en Colombia es como un primo mantenido que llega de visita, pide prestado, se come la nevera entera y todavía exige cama con televisor. Cada gobierno le mete más y más grasa al aparato estatal:  Ministerios inventados, agencias con nombres rimbombantes, asesores de asesores y nóminas paralelas que parecen fiestas patronales.

Lo dijo el exministro Ocampo sin rodeos: Lo que se necesita es un presupuesto ajustado a lo que realmente ingresa, no uno inflado con base en nuevos impuestos. Pero claro, eso suena a disciplina, a tijeras, a recorte de cheques para amigos;  y ahí sí todos hacen cara de “yo no fui”.

Mientras tanto, al ciudadano común lo exprimen como a un limón seco. Más impuestos para que el Estado siga engordando y se compre más Toyotas blindadas para la guardia indígena. Y lo peor: Ni así resolverá el asunto, porque la plata se la traga el monstruo burocrático y los problemas siguen igualitos.

Por eso, aprobar una reforma tributaria sin recorte de gasto es como mandar al borracho al gimnasio, pero dejándole el bar abierto. No sirve. Colombia no aguanta más tributos para mantener el paquidermo estatal; lo que necesita son tijeras grandes, bien afiladas y un buen recorte burocrático.

Ñapa:  Me divierten mucho las charlas de salón por estos días: Nadie aporta más que su voto (en general el que más reniega no vota), pero eso sí, todos tienen muchos vetos.

• Por ese no se puede votar, fue amigo de colegio del tío de la mujer de Leyva.

• Ni de fundas voto por ese que saludó a Santos cuando inauguró el Congreso de las monjas de la caridad.

• Ese fue uribista cuando estudiaba en la U.

• Dios nos guarde, ese vejete votó por Petro cuando fue concejal de Zipaquirá.

Los vetos por hechos añejos están de moda.  Yo decidí no votar hasta que no me comprueben que el candidato no es descendiente de Caín, el que mató al mamerto de Abel.

Ñapita: En este país de las maravillas lo más importante hoy es si juega Dayro a sus 40 años de delantero en la selección. Desde ya canto mi voto: Dayro Presidente, sabe dónde meterla y le gusta el güaro.

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