Por Claudia Posada
Estamos en el año 2025, desde el 2015 la Agenda 2030 fue aprobada por 193 países consignando “un plan de acción universal que establece metas claras para abordar desafíos globales como la pobreza, la desigualdad, la protección del medio ambiente y el acceso a la educación y la salud”; y si en el marco de la misma, en cuanto a lo que respecta a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) “se busca un futuro equitativo y próspero para todos a la vez que se protege el planeta para limitar el calentamiento global a 1,5 °C y las emisiones de gases de efecto invernadero deben reducirse casi a la mitad para 2030” significa que a cinco años del propósitoestamos muy quedados, las acciones climáticas son urgentes para asegurar un desarrollo sostenible como nos corresponde hoy para beneficio de las generaciones venideras, pero tal parece que ni siquiera tenemos conciencia de lo que pasa en el planeta y seguirá pasando. Según el Acuerdo de París es determinante una reducción drástica de las emisiones de combustibles fósiles. Éste, adoptado en 2015, es un tratado internacional jurídicamente vinculante en el que “se establecieron objetivos nacionales de reducción de emisiones y un marco de transparencia para monitorear y revisar el progreso, promoviendo la acción climática colectiva para alcanzar la neutralidad de carbono a mediados de siglo”. Es claro entonces que si no se toman medidas urgentes de aquí al 2030 seguiremos viendo emergencias climáticas extremas las cuales cada vez serán más severas. La adaptación a los impactos del cambio climático es prioritaria para evitar el sufrimiento de poblaciones vulnerables y de escasos recursos. El 2030 está a la vuelta de la esquina y está siendo ignorado por los negacioncitas ambientales (como D. Trump) quienes desconocen el necesario brío para emprender aquellas medidas individuales, pero también colectivas, con el poder transformador de gobiernos, empresas, organizaciones y ciudadanos “para implementar acciones concretas y acelerar el progreso hacia un mundo más sostenible”.
Es bueno recordar al presidente de Iberdrola (Grupo líder energético global) Ignacio Galán, cuando ante las Naciones Unidas dijo que “tenemos la obligación moral de parar el cambio climático (…) Hay que pasar de las palabras a los hechos y han de involucrarse todos los agentes implicados: Gobiernos, empresas y la sociedad civil” Hay que “actuar ya” lo dijo estando en N. Y. en el 2018. ¿Qué nos falta para actuar? Sencillamente tomar conciencia. Tal vez ni siquiera hemos profundizado en motivaciones cercanas a las guerras y hambrunas; y muy cerca de nosotros desastres naturales que arrasan en amaneceres oscuros, rugiendo pavorosamente.
¿Sabemos que estamos ad-portas de la Era de la Electricidad? Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), anunció la llegada de la Era de la Electricidad, algo que, según él, definirá el sistema energético mundial a partir de ahora. «En la historia de la energía, hemos presenciado la Era del Carbón y la Era del Petróleo«, afirmó Birol. » Ahora avanzamos rápidamente hacia la Era de la Electricidad, que definirá el sistema energético mundial en el futuro y se basará cada vez más en fuentes de electricidad limpia». En sus informes, por razón del cargo que ocupa ante la AIE, sostiene: “Ante el cambio climático cada vez más evidente y el calentamiento global incesante, gobiernos y empresas de todo el mundo trabajan para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero perjudiciales para el medio ambiente. Lograr este objetivo requiere una transición hacia la electrificación” Y es que en Colombia deberíamos separar aversiones personales, de planteamientos reales y profundos: “La electrificación genera una serie de beneficios clave para nuestra sociedad en medio de una transición hacia un modelo limpio y sostenible”. Tenemos que ser conscientes de actividades en nuestro diario vivir cuyo consumo energético conlleva a la emisión de CO2, uno de los gases efecto invernadero (GEI) más perjudiciales para el medio ambiente, de ahí que sea imperiosa la transición hacia un modelo sostenible modificando nuestra manera de consumir electricidad, por ejemplo, utilizando la generada a partir de fuentes de energías renovables como la eólica, la solar, la hidroeléctrica o la geotérmica para sustituir los combustibles fósiles como el petróleo o el gas natural, en la realización de tareas cotidianas o en los sistemas de energía.
Pensemos en las ventajas de la electrificación: Reduce las emisiones de gases de efecto invernadero; favorece la calidad del aire; ofrece mayor eficiencia energética; diversifica la matriz energética; proporciona oportunidades de inversión y creación de nuevos empleos; fomenta la innovación y el desarrollo tecnológico. Aquí quiero volver al presidente del Grupo Iberdrola, Ignacio Galán, recordemos, organización que apuesta por la transición energética con un modelo de negocio sostenible basado en energías renovables, redes inteligentes, almacenamiento de energía a gran escala y transformación digital; I. Galán fue seleccionado en 2019 por Harvard Business Review como uno de los cinco CEO más importantes del mundo; aparte de ser reconocido como uno de los 10 CEO más influyentes del mundo en la lucha contra el cambio climático, según Bloomberg. “Un convencido de la importancia de la promoción del talento joven y el intercambio de experiencias, culturas y conocimientos como factores esenciales para la motivación de un equipo humano cada vez más global. Por ello, desde su llegada a Iberdrola ha promovido políticas pioneras que impulsan la formación, la igualdad, la diversidad y la inclusión”. Es difícil entender que hombres de esa talla y talante, sepan aplicar su pensamiento en una empresa del tamaño y dimensión ambiental como Iberdrola, mientras en nuestro entorno, cuando podríamos ajustarnos mucho más fácil a practicas y acciones igualmente pequeñas, sigamos a voceros negacionistas como el presidente de Estados Unidos que da la espalda a lo que vemos (y muchos padecen) en nuestro medio. Cuando Ignacio Galán recibió el premio concedido a Iberdrola por el diario El Debate de España, terminó su discurso así, dándole gracias al oferente “por poder compartir con todos vosotros lo que esta empresa y la gente que trabajamos estamos haciendo para dar respuesta a las demandas energéticas que en este momento hay en el mundo, y para hacer y seguir creando desarrollo y riqueza para las personas y contribuyendo a construir un mundo más solidario, más justo y más sostenible”. Es lo que queremos para nuestros hijos y futuras generaciones de colombianos, un mundo más justo y sostenible, pero para esto requerimos Educación Ambiental, la única manera de tomar en serio nuestro deber para con el planeta que nos cobija.


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