29 septiembre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

A propósito de la V Cumbre de Presidentes Amazónicos

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Claudia Posada

Por Claudia Posada 

Mirar otros territorios colombianos, entender sus dinámicas, saber más de sus gentes y dificultades, admirar sus fortalezas lo mismo que asombrarnos por sus bellezas y riquezas naturales, nos hace falta aquí en las ciudades y pueblos de los departamentos que gozamos de mayor divulgación. Por una u otra razón, los acontecimientos de las costas pacífica y atlántica, el centro del país, la región cafetera, los Santanderes, la región sur occidental y sus importantes departamentos, siempre están en el radar informativo. En cambio, poco miramos -y poco nos cuentan en los medios nacionales- de lo que pasa más hacia el sur y suroriente del país para poder enterarnos de cómo y de qué viven nuestros compatriotas cerca a poblaciones limítrofes con países como Ecuador y Perú al sur, o en Brasil al suroriente.  Por estos días subió al ámbito noticioso el tema Perú, la conmemoración del 7 de agosto fuera de lo usual, puso al Amazonas en primeras páginas y por ahí derecho en el mismo plano el asunto de la reclamación al Perú por parte del mandatario de los colombianos, Gustavo Petro, quien hizo público el conflicto territorial entre Perú y Colombia por la isla Santa Rosa. Sin embargo, para algunos políticos de esos que reciben del Estado sueldos superiores a los 50 millones mensuales fuera de privilegios sustanciosos, el tema no pasó de ser tratado en sus cuentas X más que para burlas y sarcasmos dirigidos al gobernante de la Nación; en cambio, los científicos advirtieron de nuevo -como desde años anteriores- sobre la sedimentación en las inmediaciones de la capital amazónica cuya situación ambiental  se constituye hoy en amenaza que podría dejar al puerto colombiano de Leticia sin conexión al río Amazonas. Asuntos así, de tanta trascendencia, no son del interés de la clase política colombiana en general, su tiempo, es mayormente ocupado en dimes y diretes, criticas sin argumentación, y defensas que satisfagan sus intereses personales. Y de los grandes medios, mejor ni hablemos.

A propósito, rescatando novedades buenas ignoradas en los medios informativos, según la Agencia de Noticias UNAL (Universidad Nacional), laDeclaración de Leticia “llevará la voz de la educación amazónica” a la V Cumbre de Presidentes Amazónicos; documento que nació en el Encuentro de Educación Amazónica en Leticia, convocado por la Cancillería y organizado juntamente con la UNAL con el apoyo de los Ministerios de Salud y Protección Social, y Educación,  el que tuvo en cuenta particularmente el sentir de pueblos indígenas, las voces de comunidades locales y el sector educativo en pleno; su contenido se presentará el 22 de agosto en la V Cumbre de Presidentes de los Estados Parte del Tratado de Cooperación Amazónica (TCA) que se celebrará en Bogotá: “La Declaración de Leticia, construida colectivamente en Leticia con participación de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), plantea mandatos y recomendaciones para proteger la Amazonia, garantizar una educación intercultural, frenar la pérdida de biodiversidad y enfrentar la crisis climática”. En Colombia hay que redimir logros cuyo objetivo ha sido el  fortalecer la participación del sector educativo en las decisiones regionales sobre la Amazonia; lo anterior, desde luego,  en coherencia con la Declaración de Belém do Pará (2023) “y con miras a la COP30, el evento de negociación más importante sobre cambio climático en el mundo, que este año se centrará en temas como la reducción de emisiones, la adaptación al cambio climático, la financiación climática y la preservación de los bosques, y que se realizará en Brasil en noviembre del presente año”.

Precisamente en esto de temas ambientales, se presentan conflictos originados por posiciones encontradas cuando no se busca concertar intereses sanos para el bienestar de todos, sino que, al radicalizar posturas, nacen problemas en donde no los hay desviando el foco de lo verdaderamente importante. Por estos días, el gobernador de Boyacá, Carlos Amaya, tuvo un rol protagónico en medios cuando en el marco de paros y bloqueos de vías, pero particularmente en las negociaciones relacionadas con la Federación de Campesinos Parameros, el político del Partido Verde -tendencia centro izquierda- salió en defensa del representante de esa organización, Roberto Arango Torres. Amaya se ha distinguido por posturas ponderadas, inclusive, al deslindarse de algunas decisiones del presidente Petro, mientras otras las apoya; precisando unas y otras con juiciosos argumentos. El tema de los páramos es claro ejemplo de cómo hay posiciones opuestas, tan disímiles que parece no encontrarse puntos en común. Trascendió cómo, por ejemplo, colectivos ambientales -a los que también hay que oír-  se sintieron estigmatizados por el gobernador Amaya,  mientras él defendía al que es visto, no como campesino, sino como el  hacendado Arango Torres, que es, dicen: “cuestionado por sus argumentos contrarios a las normas que delimitaron el páramo El Cocuy, y puntualmente por varias advertencias a la ministra encargada de ambiente, Irene Vélez, y a la ministra de Agricultura, Martha Carvajalino, en relación con las decisiones previstas en la Ley para regular las actividades agropecuarias y otras que prohíben la minería”.

Ganadería, minería, quema de combustibles fósiles, industria energética, agricultura (por el uso de fertilizantes y pesticidas), deforestación (la tala de bosques afecta principalmente la Amazonía colombiana), eliminación inapropiada de dispositivos electrónicos… son temas controversiales que no deberían tratarse desde posturas radicales en las que pesan intereses personales que impiden ver la importancia de analizarlos, objetivamente, desde el conocimiento técnico y científico. Y mucho menos desde el punto de vista de intereses políticos.   ¡Éste sí que es el peor contrasentido!